El psicópata de la Moncloa actuó el sábado frente a la ruina de una de sus obras, me refiero al Comité Federal del PSOE, órgano que antaño fue garantía de control democrático del partido, pero que desde el 1 de octubre de 2016, en que obligó a dimitir a Sánchez tras perder una votación con 107 votos a favor y 133 en contra. Después vino su recorrido por España, su vuelta a la secretaría general y su paciente y concienzuda demolición del Comité Federal.
Lo que vino a demostrar a lo largo de su comparecencia fue su nula capacidad para el uso de las metáforas. Tampoco para el manejo de los datos. Mientras presume de que el mercado de trabajo tiene en España un comportamiento modélico, la verdad es que la tasa de paro en España es la más alta de los 38 países de la OCDE y el paro juvenil es el mayor de Europa tras el de Grecia. A nadie pudo sorprenderle el sábado oírle que el 80% de los catalanes era partidario de la amnistía a los golpistas. Como diría Patxi López, “¿a ti qué más te da?”
Hay algo en su expresión facial que resulta turbador. Cuando sonríe tiene un cierto aire equino entre Fernandel y la mula Francis y cuando frunce el ceño se le pone un gesto torvo que recuerda al recluta patoso en ‘La chaqueta metálica’.
Pero vamos con las metáforas. No lo llamó el Señor por los caminos del lenguaje figurado. Tampoco por los de la claridad. El Consejo para la Transparencia y Buen Gobierno le ha regañado por no detallar los regalos recibidos, algo que sí hace puntillosamente la Casa Real. Tampoco ha detallado nunca el empleo del Falcon, ni el puesto de trabajo y el salario que ha percibido su mujer por un empleo para el que carece de cualificación, ni los amigos a los que ha invitado durante estos cinco años a La Mareta. Todos estos extremos avalan sus innumerables cambios de criterio y el hecho de que pidiera el aval de su rebaño para pactar con otros sin decir el qué.
Que cuando pacte el qué lo anunciará con luz y taquígrafos, dijo, cuando en realidad debió decir “a cencerros tapados”, que es metáfora mucho más apropiada teniendo en cuenta el carácter semoviente de esa tropa. El pasado sábado traté de convencer a mi admirada Lorena Parker, que es veterinaria, para que les aplique el tratamiento que merecen Sánchez y los suyos.
Admitió haberla negado. Cuatro veces lo hizo, la última el pasado 20 de julio y confesó paladinamente que su objetivo era comprar la investidura. “Hacer de la necesidad virtud”, dijo, aunque debió decir ‘la necedad’. Tengo dicho, sin embargo, que yo solo confío en Puigdemont. El golpista fugitivo pide al psicópata de La Moncla una garantía imposible, que la Unión Europea no tumbe la amnistía.
Ayer a mediodía tuvo lugar en Colón la concentración de Danaes en la que se citaron 100.000 manifestantes, según la Delegación de Gobierno. El único líder nacional que tomó la palabra fue Santiago Abascal, que calificó a Pedro Sánchez de “el presidente más corrupto de la historia de España. Con todo merecimiento. Mañana se producirá la jura de la Constitución por la princesa Leonor, a la que no asistirá ninguno de los socios de Pedro Sánchez. También le darán la espalda tres ministros: Ione Belarra, Irene Montero y Alberto Garzón. Así es la recua que gobierna España.