Las dos facciones en las que se ha partido el PSOE parecen avanzar hacia el choque de trenes. Ayer, los dos bandos siguieron direcciones opuestas: por un lado la parte de la Ejecutiva de Pedro Sánchez que no ha dimitido; por otro, los críticos, dirigidos desde el PSOE de Andalucía. Ambas partes lucharon ayer durante todo el día por apropiarse del PSOE, o de lo que queda de él. Varias fuentes, tanto oficialistas como críticas, señalaron que el daño hecho al partido es de difícil reparación.
La sede federal socialista de la calle Ferraz vivió su peor mañana de caos en 40 años. Por un lado, la secretaria general del PSOE de Sevilla, Verónica Pérez, convocó a los periodistas y se erigió en «única autoridad del PSOE», relegando a Pedro Sánchez al nivel de «simple militante». Tras ello, Pérez entró en Ferraz, se reunió con el gerente y permaneció dos horas en el hall para después denunciar que no le habían dejado acceder a más dependencias.
Mientras, Pedro Sánchez se reunía con la parte leal de la Ejecutiva (15 miembros más él). De la larga reunión salió la convocatoria de un Comité Federal para mañana que debería convocar un congreso extraordinario y una consulta a todos los militantes para elegir líder.
Tanto fuentes de Ferraz como de los críticos confirmaron ayer que ambas partes están buscando una vía de entendimiento que evite, al menos, el caos en la reunión del Comité Federal de mañana, donde podría visualizarse que hay dos PSOE. Entre los posibles mediadores se cita a Patxi López, persona de confianza de Sánchez con buena interlocución con Susana Díaz. En la Ejecutiva, López fue precisamente uno de los que más apostaron por activar el diálogo junto con la catalana Meritxell Batet.
Fuentes socialistas explican que sería deseable un mínimo acuerdo sobre el formato de Comité Federal, ya que ahora unos y otros defienden cónclaves distintos. Los barones sólo reconocen la convocatoria que hizo el lunes la Ejecutiva completa.
Pero Sánchez reunió de nuevo ayer a este órgano –ya sin sus 17 dimitidos– y promovió un nuevo Comité para convocar otro congreso federal, esta vez extraordinario, para elegir a un nuevo líder del PSOE en votación de toda la militancia el 23 de octubre. El congreso posterior se adelanta un poco: hasta el 12 y 13 de noviembre, para no prolongar la situación de interinidad.
Los críticos no reconocen a la Ejecutiva, a la que consideran disuelta, y defienden que «la única autoridad» del PSOE es la secretaria provincial del partido en Sevilla, mano derecha de Susana Díaz en su provincia. Verónica Pérez instó ayer sin éxito a que se reúna la Comisión Federal de Garantías –según sus normas internas sólo puede convocarla su presidenta, que se niega a hacerlo–. Por la tarde, tres miembros críticos del órgano anunciaron que se reunirán ellos solos y emitirán un dictamen. Los críticos quieren que este documento se apruebe el sábado.
Los barones quieren que Pérez dirija el Comité Federal como presidenta y consideran que los miembros de la Ejecutiva no pueden votar, ni presidir el cónclave, porque la dirección ya no existe por la dimisión en bloque. Ferraz alega que el Comité Federal lo dirige la mesa, que componen tres personas, no sólo Pérez. Los otros dos son afines a Sánchez. El desacuerdo es total.
Fuentes del sector crítico aseguran contar con mayoría para tumbar el orden del día que proponga Sánchez. Los oficialistas, por su parte, se dicen convencidos de que ganarán la votación. De hecho, ayer hasta tres miembros de la Ejecutiva dijeron a este diario que la mejor solución será votar en el Comité Federal.
La mañana de ayer en Ferraz fue totalmente esperpéntica y reflejó un partido al borde de la escisión. Verónica Pérez exigió reunirse con «alguien de Organización» tras arrogarse como «la única autoridad» del PSOE. Fue recibida por el gerente. Después, la sevillana esperó durante dos horas en el hall por si podía ver a alguien más. Sin ningún éxito. Antes de marcharse, llamó «mezquinos» a los que «intentan apropiarse de una conquista de todos los militantes», la elección del líder en primarias, en referencia a Sánchez. Pérez le pidió «dignidad» para presentar su dimisión y dijo que ella dimitiría sin dudarlo.
Al mismo tiempo, la Ejecutiva debatía ajena a su visita y no dio ni un paso atrás. Al mediodía, aprobó la convocatoria del Comité para convocar un congreso extraordinario. La propuesta está «abierta al consenso», asegura su comunicado. Sin embargo, y si no hay acuerdo, el entorno del líder socialista –al que medio partido ya no le reconoce autoridad– insiste en que esta opción se vote en el Comité Federal.
Si las cuentas ya estaban ajustadas, como aseguraban fuentes de los dos bandos, ahora lo están más. Quince de los 17 miembros críticos de la Ejecutiva que dimitieron ya no están en el Comité Federal.
Mientras, en toda España se siguieron produciendo alineamientos hacia uno y otro lado. En el PSC, los dos candidatos a primer secretario –el partido catalán tiene abierto su proceso de primarias– mostraron su apoyo a Sánchez. Otras federaciones se ratificaron en su respaldo cerrado a las tesis de la secretaria general andaluza. El número dos de Emiliano García-Page acusó a Sánchez de estar «empecinado» y de haber llevado al partido a «una locura».
En Sevilla, Susana Díaz reunió a su Comité Director, desde donde lanzó varios dardos al secretario general. Díaz le acusó de anteponer sus «intereses personales» a los de España y a los del PSOE; espetó que la formación que ella dirige en Andalucía «no es sólo de sus militantes, sino también de sus votantes»; y dijo que el líder ha arrastrado al Partido Socialista «de derrota en derrota, siendo cada cual mayor que la anterior».
La secretaria general del PSOE-A se ofreció a «unir» y «coser» el partido tras la crisis provocada por la dimisión de sus dirigentes afines. Susana Díaz echó mano de todos sus recursos emocionales para ofrecer un mensaje de conciliación. Los miembros del Comité Director se lo pusieron fácil y la recibieron con un gran aplauso, como si en lugar de la reunión de un órgano del partido se tratara de un mitin.
Díaz se comprometió a poner en marcha un congreso donde la decisión «la tomen todos los militantes», pero no ahora, sino cuando haya Gobierno: «sin prisas, porque necesitamos una reflexión profunda».
Algunos ex líderes del PSOE, como José Luis Rodríguez Zapatero o Alfredo Pérez Rubalcaba, están estudiando acudir al cónclave para meter más presión a Sánchez. Sin embargo, fuentes próximas a ambos no confirmaron que hayan decidido aún ir mañana a Ferraz.