Pedro Sánchez ha inaugurado este miércoles el curso político 2024-25 frente a la plana mayor de su Consejo de Ministros y los principales sindicatos del país. Lo ha hecho comprometiéndose a mejorar los recursos de «todas y cada una de las autonomías» con el objetivo de acallar las críticas por la financiación singular catalana pactada con ERC.
Prácticamente a la misma hora, la vicepresidenta primera, María Jesús Montero, ha comparecido en el Senado para explicar el pacto con ERC. Montero ha definido el concierto catalán como «una mirada nueva sobre la financiación».
El análisis de ambos discursos arroja algunas conclusiones interesantes.
Sánchez ha prometido «un sistema de financiación justo» que reduzca «las diferencias territoriales» y exija «corresponsabilidad» a las autonomías.
A renglón seguido, ha prometido que todas las comunidades recibirán «más dinero» del que recibían con Mariano Rajoy, y ha anunciado que duplicará las cantidades del Fondo de Compensación Interterritorial. Un Fondo que hoy es de apenas 430 millones de €.
El PP ha respondido a las promesas del presidente con un mensaje prácticamente unitario. «Es mentira», ha dicho Azcón. «Es otra cortina de humo», ha dicho Mazón.
María Jesús Montero ha dicho en el Senado que «bajar impuestos para después pedir más dinero al Gobierno porque no les llega con la recaudación, ¿cómo se llama? En cualquier administración, eso es populismo fiscal y deslealtad institucional».
De la yuxtaposición de ambos discursos se deduce que el presunto aumento de los ingresos de las autonomías se financiará con la subida de los impuestos «a los ricos» anunciado por Sánchez, y que las comunidades tendrán garantizada su financiación siempre y cuando mantengan una presión fiscal que el Gobierno considere «no desleal».
Aunque Montero no ha hecho alusión a ello, parece obvio que de esa «lealtad» quedaría dispensada Cataluña, sea cual sea su nivel de presión fiscal. Montero ha afirmado que el nuevo sistema mantendrá «exactamente» la actual solidaridad entre territorios a la vez que «profundizará en el federalismo», aunque no ha explicado cómo.
Si hemos de hacer caso a los criterios esgrimidos por Sánchez y Montero, esa petición de «corresponsabilidad» castigará a aquellas comunidades que han apostado por reducir los impuestos. Es decir, por lo que Sánchez ha definido como «modelo neoliberal caduco».
Sánchez, de hecho, ha insinuado cuáles son esas comunidades ‘pecadoras’: Andalucía, la Comunidad Valenciana y la Comunidad de Madrid. Ayuso ha respondido acusando al presidente de «planear un robo contra Madrid».
Pero más allá de los malabarismos retóricos está la realidad. Y la realidad es que el presidente no ha dado detalles sobre cómo se vehiculará en la práctica esa duplicación de los ingresos de las autonomías. Tampoco sobre cómo pretende sostener el actual sistema de solidaridad entre comunidades tras la concesión de un concierto a Cataluña.
Sánchez y Montero, en resumen, han jugado al escondite con lo relevante, el concierto catalán, mientras movían los cubiletes frente a los españoles y les retaban a encontrar la bolita de la insolidaridad neoliberal de las comunidades del PP.
Ni Sánchez ni Montero han negado hoy que el concierto fiscal catalán sea un modelo ad hoc para la comunidad presidida por Salvador Illa, no replicable por otras autonomías y que comportará en la práctica la salida de esta del régimen común.
Pero sí han jugado con las apariencias, han escenificado juegos de manos con la nomenclatura y han recurrido, de nuevo, al totum revolutum. Prometiendo duplicar la financiación de las autonomías han buscado introducir la cuña de la discordia entre los barones del PP, al tiempo que evitaban dar explicaciones sobre su pacto con ERC.
A esa falta de concreción ha respondido Junts afirmando que el concierto no es debatible. «O concierto o concierto», ha dicho el senador Eduard Pujol, que ha calificado luego de «calimocho fiscal» el pacto de ERC y el PSOE. «El calimocho fiscal es más dulce y divertido, pero es igual de insolidario que el café para todos».
Junts y ERC no aceptarán, en resumen, nada que no sea un concierto fiscal similar al vasco y la salida de Cataluña del régimen común, como tampoco aceptarán ninguna fórmula que le conceda al resto de autonomías lo mismo que recibirá Cataluña.
Esa es la cuadratura del círculo que Sánchez ha intentado en su comparecencia y que Montero ha definido en la suya con una tautología cuyo único objetivo era escapar del entuerto lo más dignamente posible: «Ustedes lo pueden llamar como quieran, yo nunca se lo he reprochado, pero yo me remito a la literalidad. No es ni una cosa ni la otra, es una mirada nueva, y las miradas nuevas cuesta trabajo que otros las vean».
Los españoles saben ya que la financiación catalana no será «ni una cosa ni la otra». Sólo falta ahora que sepan qué será.