ISABEL SAN SEBASTIÁN-ABC

  • El apoyo de Aizpurua viene manchado de sangre que salpica al presidente tras su obsceno apretón de manos

Nadie ha definido mejor la política de pactos de Pedro Sánchez que Albert Rivera, cuando desde la tribuna del Congreso le espetó aquello de «usted tiene un plan y una banda, que pretende convertir a España en su botín». Me pregunto si el entonces líder de Ciudadanos sería consciente de hasta qué punto esa expresión, lejos de constituir una metáfora, era una denominación exacta de la compañía escogida por el líder socialista para consumar su proyecto de liquidar nuestra convivencia.

A la diestra del jefe se sientan en el Gobierno las gentes de Yolanda Díaz, entregadas a la causa de Hamás en su propósito reconocido de aniquilar a todos los judíos. Varios de ellos, encabezados por la ministra Ione Belarra, se manifestaron el domingo en Madrid junto a dos organizaciones declaradamente partidarias del grupo terrorista que hace una semana torturó y masacró a sangre fría a millar y medio de civiles indefensos y se llevó a dos centenares de rehenes a Gaza para unirlos a los palestinos que utilizan como escudos humanos: Samidoun, prohibida en Alemania, y Mesar Badil (Movimiento Revolucionario Alternativo Palestino). Nuestro país se distanciaba así de las grandes democracias del mundo para acercarse a Irán, patrocinador de los sicarios de la barbarie islamista y del programa de televisión en el que se dio a conocer Pablo Iglesias.

Inmediatamente detrás de Sumar, en el primer círculo de confianza, aparece Bildu, parte integrante de una banda en sentido literal, ETA, lo que explica que jamás haya condenado sus crímenes ni ayudado a esclarecerlos. ¿Por qué iba a hacerlo si precisamente esos crímenes y el éxodo masivo que provocaron explican en buena medida el dominio abrumador del independentismo en el País Vasco? Allí la oposición fue eliminada por el procedimiento que practica Hamás, hasta que las armas dejaron de ser útiles. Ahora queda por conseguir la impunidad de los matarifes y el sillón de Ajuria Enea al que aspira Arnaldo Otegi con la colaboración de su compinche, Aizpurua, cuyo apoyo a la investidura viene manchado de sangre que salpica irremediablemente a Sánchez tras su obsceno apretón de manos.

Suma y sigue. Puesto que entre delincuentes anda el juego, no podía faltar en la foto Carles Puigdemont, huido de la justicia para evitar responder de sus delitos. Un individuo reo de sedición y por añadidura prófugo, en posición de obtener no ya el perdón, sino la amnistía, a cambio de siete votos. Hasta ese punto llega la indignidad de aspirante a ‘capo di capi’.

Y como toda banda que se precie necesita los servicios de un equipo de letrados capacitado y dispuesto a representarla en los tribunales, la de Sánchez ha apuntado a lo más alto y colocado a sus hombres directamente en el Constitucional, convirtiendo a esos magistrados en abogados defensores. Dejo a su sagacidad, querido lector, descubrir el nombre del ‘consigliere’.