Iñaki Ezkerra-El Correo
- Es mejor que el presidente nos ahorre la caza de brujas nacional que ha prometido
Habló contra los bulos y las falsas noticias, cuando su propio discurso rebosaba de unos y otras. Creo sinceramente que no se ha dado un caso semejante de desfachatez en toda la etapa democrática que se inauguró con la Constitución del 78. Como creo que nadie ha desafiado a la misma esencia de esa Constitución como él lo hizo en ese lunes negro que queda para los anales de la extravagancia y el delirio populistas. Si uno hubiera sido sanchista, habría sentido en esos momentos consternación de ver a su líder plagiando a Maduro y cometer un error tan grave como es mostrar todas las cartas que no se pueden mostrar en un país de la Unión Europea.
No es que la estrategia que ha seguido hasta ahora de ir desmontando pieza a pieza el sistema constitucional, a la vez que asegurando respetarlo, resultara infalible y fuera a quedar impune. No es que no tuviera fecha de caducidad, sino que colaba para prolongar rocambolescamente su estancia en La Moncloa. Lo que dijo el lunes, sin embargo, lo que se le escapó en un rapto de enajenación o ira narcisistas no tiene siquiera el perdón maternal de la Von der Leyen. ¿Y para eso necesitó cinco días de retiro? Si convertir un delito como el tráfico de influencias en un máster es algo que raya la idiocia, recluirse para lanzar ese anuncio al mundo es ya un salto al abismo.
Y si a Sánchez le parece que está muy bien acabar con la libertad de expresión, silenciar a los periodistas que hacen uso de ella y perseguir a los jueces que actúan en conciencia, así como hacer «todo lo que sea necesario» para evitar la alternancia política en el poder, la pregunta es qué le molestaba a este hombre del franquismo. ¿No hay en ese desvarío del lunes una apología implícita de quien se autoproclamó «caudillo de España por la gracia divina»? La pregunta es ésa y la inmediata consecuencia sería recurrir a la misma Ley de Memoria Democrática que él ha legislado para acusarle de esa misma apología del franquismo que dicha ley penaliza y que a Sánchez le traía supuestamente por la calle de la amargura.
Hay algo peor que defender el franquismo y es imitarlo. De las lágrimas de ‘Sanchezstein’ pasamos en ese negro 29 de abril de 2024 a la furia de ‘Sanchezfake’; o sea, a quien se ha convertido en una ‘fake news’ y en un bulo de sí mismo. Y es que creo sinceramente que es mejor para todos que nos ahorre ese penoso capítulo de caza de brujas nacional que nos ha prometido. Fue un error anunciarla y sería un error más grande intentar ponerla en práctica.
Sí. Creo que le conviene al propio Sánchez quedarse en ‘Sanchezfake’, o sea, en un farol, después de ese desdichado discurso. Porque, si este va en serio, el culebrón en el que ha de meternos va a tener un mal desenlace, para él antes que para nadie.