JUAN CARLOS GIRAUTA-ABC
- Podemos esperar cualquier cosa, literalmente: cualquier trampa, cualquier incendio de la convivencia, cualquier abuso de poder
Hace cinco años, casi exactos, el destino nos castigó con la presidencia de un marrullero sin fronteras. Ni jurídicas, ni políticas, ni morales. Con el contundente fracaso de su bloque empieza la cuenta atrás para sacárnoslo de encima. Le llamarán cambio de ciclo, pero lo que se acerca en realidad es la posibilidad de salvar una democracia liberal que tocaba fondo.
Todos sabemos que ha sido un plebiscito, empezando por el afectado, que así lo quiso. Su colosal narcisismo le convenció de que plantear los comicios locales y autonómicos en torno a su persona le beneficiaría, ayudando de paso a un puñado de mandatarios socialistas en la cuerda floja. Como si no los hubiera colocado él ahí. Como si no los acabara de tirar. Ayuso recogió el guante, y ese espíritu, extendido por todo el país y multiplicado por el efecto Moreno, acaba de aupar a Feijóo, de cara a las generales, con unos resultados espectaculares.
¿Qué esperaba Sánchez? Desde que tocó poder se le vieron los colmillos y el torcido concepto de democracia. Entre su primera decisión –cambiar la cúpula de un diario– y la última –culpar a la derecha de la compra de votos practicada por sus cuates más burdos–, hay mil hitos dañinos para España, su unidad, su futuro, su crédito, su prosperidad, su salud y sus principales órganos: del Rey abajo, con especial toxicidad en el caso del TC. Como la lista ocuparía el diario entero, renuncio a la casuística y resumo: Sánchez ha premiado de forma sistemática a los enemigos de España y de la Constitución. Ha legislado para particulares, ha desprotegido a la Nación rindiéndose a los intereses de los herederos del hacha y la serpiente, de los golpistas y de Marruecos. No menos destructivo ha sido poner cuanto concierne a valores en manos de una extrema izquierda dispuesta a arrasar con todo, empezando por el sistema del 78. Con comunistas y posmarxistas neobolivarianos gobierna Sánchez desde enero de 2020. ¿Qué esperaba Sánchez?
La bestia está herida y humillada; podemos esperar cualquier cosa, literalmente: cualquier trampa, cualquier incendio de la convivencia, cualquier abuso de poder. Tendremos que observar a los equidistantes entre democracia y autocracia, a los que durante la dictadura se habrían recreado en los defectos del antifranquismo. Si hay polarización y frentismo es porque el gran derrotado de hoy creó un frente, se apropió de las instituciones, trata a los adversarios como enemigos y gobierna contra media España. Esta actitud se recrudecerá hasta las generales. En cuanto Feijóo entienda los términos de su gran oportunidad, sabrá que su gobierno será una coalición con Vox. Veremos si su acostumbrado desprecio (y su llamada a pactar con el PSOE) es compatible con la alianza que precisa ya en multitud de plazas. Veremos si resiste los previsibles ataques furibundos, las seguras amenazas que los perdedores de hoy le lanzarán.