JUAN CARLOS GIRAUTA-ABC

  • La violencia asesina de la ETA es cosa a olvidar, a diferencia de la mitad de la violencia de la Guerra Civil, que debe permanecer fresca en la memoria

También van a transformar el concepto de violencia. El sanchismo político y mediático no la ve donde la hay, pero eso sí: se topa de continuo con su fantasma. ¡Violencia política! –denuncian ante los discursos irritantes–. Y mira que hemos tenido violencia de verdad. La hubo en Barcelona: a unos festivales de terrorismo callejero instigados desde los aledaños del poder los bautizaron «la batalla de Urquinaona» por haberse cebado con aquella plaza. Violencia hubo en el golpe de Estado como bien sabemos los que precisábamos protección policial. Lo señaló el entonces abogado del Estado jefe de Penal, Edmundo Bal, que fue cesado por sostener la verdad fáctica, pues de repente lo importante fue que los golpistas no pringaran por rebelión: «Yo tenía claro que había violencia. Una violencia grave, una violencia intensa y planificada, una violencia prevista y aceptada. Desde el minuto uno en el que el plan de independencia se pone en marcha, sus promotores, sus autores, contaban con la violencia». Bal reveló también que los Mossos fueron a ver a Puigdemont, Forn y Junqueras para advertirles, con informe escrito, de que habría violencia si se celebraba el referéndum ilegal: «La respuesta de los gobernantes de los catalanes fue: Nos da igual. Vamos a seguir celebrando el referéndum. Y además les dijeron a las familias: Invadid los colegios para que así la Policía y la Guardia Civil no puedan ejecutar el mandato judicial».

Violencia eran los escraches que Podemos puso de moda. Violencia ha habido cada vez que los fundadores del partido de extrema izquierda y sus secuaces han reventado actos universitarios para impedir conferencias o mesas redondas de los que piensan distinto. Pero ellos no perciben la violencia que es suya, la practicaban y la llamaban «jarabe democrático». La violencia asesina de la ETA es cosa a olvidar, a diferencia de la mitad de la violencia de la Guerra Civil, que debe permanecer fresca en la memoria. El líder moral (es un decir) de Podemos dejó establecido lo único que merece ser recordado de la banda sanguinaria. He aquí un reproche que se le lanzó por ello: «Pablo Iglesias estaba en una Herriko Taberna diciendo que era un honor estar con los de Batasuna porque eran los únicos que habían entendido que la Constitución Española era una imposición, haciendo loas a la izquierda abertzale y a ETA, que eran los únicos que habían entendido lo que estaba pasando en este país». ¿Quién pronunció estas palabras claras y acusatorias? El hoy portavoz del Grupo Socialista en el Congreso de los Diputados: Patxi López. Quién te ha visto y quién te ve.

A pesar de todo esto, la única violencia que detecta Podemos, el PSOE y la calderilla sanchista es de tipo verbal y procede toda de la derecha. La verdad es la verdad, y no hay violencia en las palabras salvo que se trate de lenguaje performativo. Por ejemplo: «Acabaremos con vosotros».