Rafael Bengoa-El Correo

  • Las tensiones exigen un debate estratégico. Los partidos deberían poder unirse para encontrar una solución juntos y recuperar la confianza en las instituciones

Es un momento muy complejo para todos en la sanidad -pacientes, profesionales, sindicatos y Administración- porque todo el mundo intuye que no hay varita mágica, sino la necesidad de planificar juntos el futuro del sector. Poco a poco, y con la ayuda de la pandemia se ha interiorizado en España, la necesidad de transformar la sanidad. Se la considera inadaptada a unos tiempos caracterizados por un envejecimiento explosivo, señales de insostenibilidad y una desestabilización preocupante.

No se está privatizando la sanidad en Euskadi, pero es necesario asegurar que no se reúnan las condiciones para ello ni para tener que aplicar un racionamiento de las prestaciones en el sector público en los próximos años. Esos dos extremos se considerarán pronto un fallo político. Para no encontrarnos en ese escenario parece oportuno abrir un proceso para poder transformar el sector.

En una sanidad pública financiada por impuestos, el sector siempre estará en la agenda de los partidos políticos. Es ingenuo pensar lo contrario. En un momento de crisis como el actual es necesario apoyar a los partidos políticos para definir la visión general a medio-largo plazo y luego lo político debe poder alejarse, permitiendo que el día a día sea gestionado por gestores profesionales no políticos y por los profesionales de la salud.

¿Qué proceso podría seguirse para involucrar al ámbito político en lo estratégico y no en la gestión directa del día a día? Tuve la suerte de participar en un proceso parecido en Irlanda del Norte hace poco tiempo. Concluyó en un informe que se llamó ‘Systems, not Structures’. A un grupo nacional e internacional se nos solicitó identificar la forma de avanzar por el Partido Unionista, responsable de la sanidad en el Gobierno en ese momento.

El proceso que seguimos fue el siguiente una vez nombrado el panel de expertos. Se decidió evitar un proceso ‘clásico’, es decir, exclusivamente técnico, que en un segundo tiempo elevaría la decisión al ámbito político. Al contrario, se siguió un proceso con mucha participación política, de los cinco partidos existentes en la Asamblea de Stormont. Huelga indicar que estos partidos tienen grandes diferencias ideológicas, pero consiguieron unirse alrededor de la crisis de la sanidad.

Como panel de expertos, preparamos un documento de diagnóstico explicando la gravedad de la situación en la sanidad y servicios sociales si se mantenía el ‘statu quo’. No se propusieron soluciones en ese momento. Se convocó una jornada de un día para debatir ese diagnóstico en detalle por los cinco partidos políticos. Acudieron todos los líderes de las formaciones y sus responsables de sanidad correspondientes.

Todos los partidos políticos aprobaron el diagnóstico de situación y en esa reunión no se discutieron soluciones. Unos días más tarde se volvió a convocar a los partidos y se acordaron con ellos diez principios guía para que el panel de expertos pudiera desarrollar soluciones. Los partidos acordaron los principios guía que se les propusieron. El panel de expertos tuvo un marco de trabajo legitimado políticamente e inició así un proceso de consulta, de evidencia y de documentación con los principales actores del país.

Según se avanzaba, se informaba y contrastaba con la Comisión de Sanidad del Parlamento los avances, asegurando así la continua involucración política. Durante el proceso incluso hubo un cambio de Gobierno y el Sinn Féin se hizo cargo de Sanidad. La ministra nos pidió continuar con el proceso trasversal que habíamos seguido y se le presentó el informe final, así como a la Comisión de Sanidad del Parlamento, que aceptó las principales conclusiones, entre ellas las recomendaciones presupuestarias para financiar la transformación. La involucración continua del arco político y la transparencia durante todo el proceso permitió acelerar su aprobación final.

Las tensiones actuales en la sanidad pública exigen abrir un debate estratégico en Euskadi. Los partidos políticos deberían también poder unirse para encontrar una solución juntos sabiendo que en esta época pospandémica es necesario recuperar la confianza en las instituciones.

Cuando la gente confía en su sistema de salud, confía más en sus gobiernos.