Miquel Giménez-Vozpópuli
- No se me ocurre mejor definición respecto a los separatistas. Están arramblando con lo poco que queda de esta antaño próspera región
Bernard Shaw escribió que si un hombre mata a un tigre lo denominamos deporte, pero cuando es el tigre quien mata a un hombre decimos que es una atrocidad. El separatismo catalán, con las mismas entrañas frías y ajenas a la piedad que el tigre, se halla fragmentado en diferentes bandas de saqueadores, de partidos que solo buscan rebañar el plato de una Cataluña arruinada por su culpa. Que esto no sea motivo de escándalo, ni siquiera de noticia, es la demostración más palpable de que hemos normalizado al depredador, asumiendo su rapacidad, su feroz actitud ante la presa, su saña y su odio.
Este martes en TV3 se extrañaban unos tertulianos del régimen que la gente, el poble, no viese lo anormal que supone que las negociaciones para formar nuevo gobierno se lleven a término en una cárcel, la de Lledoners. “No asumamos como normal consagrar la situación de presos políticos y exiliados”, decía una señora con aspecto de disco rayado.
Pero no le faltaba razón. Es tan anormal que delincuentes condenados por sedición y malversación de fondos, entre otras cosas, sean los que decidan quién y cómo va a regir esta autonomía como asistir impasiblemente a que se produzcan agresiones en la calle contra de quienes defienden la libertad constitucional, o que no se vacune a policías nacionales y guardias civiles o que se hable con total desfachatez de cordones sanitarios a partidos perfectamente escrupulosos con el cumplimiento de la ley como Vox.
Los separatistas están en lo suyo, en lo de siempre, a saber, seguir repartiéndose cargos, influencias y sueldos que deberían hacerles caer la cara de vergüenza ante las colas del hambre que todos los días se forman delante de las parroquias. Es forzoso decir que uno no puede experimentar aquello de lo que carece y vergüenza, lo que se dice vergüenza, han demostrado no tener ni un ápice. Siguen pensando que Pujol fue un político un patriota de pedra picada. Aseguran que la represión es brutal, que hubo miles de heridos el 1-O y todo eso con la arrogancia de quien se cree superior a las leyes, a la moral y a su conciudadanos.
Cordón sanitario
Son lo que son y, como el tigre, no pueden esconder sus caninos afilados. La última es que en el parlamento catalán, auténtico puerto de arrebatacapas en el que la mayoría de sus integrantes van a cobrar y, si acaso, a ejercer de comisionistas, ese mismo Vox al que quieren negarle un senador por designación autonómica que les toca por ley y crear un cordón sanitario para que poco menos tenga que ponerse de rodillas y dejarse azotar en público, denunciaba un galón más que añadir a las charreteras de la infamia política catalana. Los partidos han decidido que cobre menos asignación de la que le correspondería.
La respuesta ha debido chocarles. De los quince millones, ¡quince!, que deben repartirse esas benditas formaciones, Vox ha dicho que le parece infumable que no se hayan bajado el presupuesto con la que está cayendo, que ellos están por reducirlas, de entrada, en un 50% y que si todos hiciesen como el partido de Ignacio Garriga y Santiago Abascal, que no dispone de estructura “profesional” ya que todos sus colaboradores son voluntarios, otro gallo les cantaría.
Sin duda, los próceres separatas, comunistas y sociatas han debido ver confirmados sus temores. ¿Dónde se ha visto que alguien renuncie a que le llenen el bolsillo con dinero público? ¿Quiénes son estos locos, que están por que se reduzca el gasto público en esta partitocracia exquisita llamada generalidad? ¿Quiénes son estos ultraderechistas peligrosísimos, que se escandalizan porque haya un grupo de amiguetes que dispongan de quince millones así, a la brava, solo por estar sentaditos en una cámara por lo que ya perciben onerosos sueldos y gabelas?
Ya se lo digo yo. Son personas con las que estés de acuerdo o no jamás irían a una cárcel a pactar el reparto de lo hallado en una tumba o preferirían seguir disfrutando de sus vidas cómodas y apoltronadas mientras sus compatriotas viven en la necesidad, la miseria y la desesperación más absoluta. Estos son. No me extraña que quieran ponerles un cinturón alrededor. O dos, o tres, o unos tirantes, o una mordaza. O una celda, que estos son capaces de todo. A los hechos me remito. Puros saqueadores de nuestros bolsillos.