Luis Ventoso-El Debate
  • Imagino que muchos españoles nos acordamos de la misma persona cuando vimos al expresidente francés desfilando rumbo al trullo

Quién le iba a decir al altivo cincuentón Nicolas Sarkozy, pomposo presidente de la República Francesa entre 2007 y 2012, que recién estrenada su séptima década de vida iba a dar con su efigie en el trullo. Pero así ha sido, porque la justicia es morosa, pero al final llega.

Las imágenes no por esperadas resultaban menos impactantes. Sarkozy, de corbata y americana, saliendo de su domicilio parisino de la mano de su mujer, la cantante y modelo Carla Bruni, de 57 años, que vestida de negro, lo acompañaba con dignidad, manteniéndose a su lado también ahora que vienen mal dadas. «La verdad triunfará», dijo Sarko, aunque probablemente ya ha triunfado en sede judicial.

Imagino que muchos españoles nos acordamos del mismo personaje cuando vimos las imágenes del paseíllo de Sarko rumbo a la cárcel, de donde se espera que salga ya de permiso en solo unos meses. Un amigo incluso me hizo una pregunta políticamente incorrecta carcajeándose con malicia: «Llegado el caso, ¿tú crees que ella también lo va a acompañar el día en que ingrese, o hará el avión y lo dejará solo?».

No veo esa hipótesis fácil en el corto plazo. Pero a medio plazo, y si pierde el garrote de intimidación que le aporta el poder… Al proyecto de autócrata hoy cabe recordarle la sabiduría popular del refranero: «Cuando las barbas de Sarko veas cortar…». Cada vez son más los políticos, analistas y juristas que musitan en los corrillos que «acabará mal». De hecho, Feijóo y Abascal ya lo han dicho en voz alta.

¿Se le está poniendo a Peter cara de Nicolas? Su adelgazamiento exprés no ha sido por el Ozempic, o porque se haya pasado a una dieta estricta de kale, agua mineral y fruta. Se ha quedado en el chasis porque está enormemente preocupado por su futuro. Y tiene razones para ello. Veamos unas cuantas preguntas que flotan en el ambiente jurídico:

-¿Se lanzó el fiscal Ortiz a una guerra sucia contra el novio de Ayuso por propia iniciativa, jugándose su carrera de la manera más atolondrada porque le dio un arrebato, o lo hizo porque se lo ordenó algún dedo supremo al que debía obediencia?

-Si el hermano de Sánchez vivía oculto en la Moncloa mientras fingía tributar en Portugal, ¿no fue el presidente ecologista, feminista y progresista el evidente cooperador necesario del posible delito de fraude fiscal?

-¿Podrían haberse llevado a cabo los sendos casos de nepotismo que beneficiaron a Begoña Gómez y David Sánchez de no ejercer cierta persona el cargo que ejercía?

-¿No cometió algún tipo de delito el presidente cuando negoció en el extranjero y con un fugitivo de la justicia española, cuestiones que atañen al futuro de todos los españoles?

-¿Tiene un posible problema en tribunales o no un presidente del Gobierno al que un fiscal anticorrupción acusa, en una querella contra la fontanera del PSOE, de haber ordenado «limpiar todo en el caso Begoña»? Ese fiscal está apuntando ya a quién era Mr. Cloaca, la X de toda esta turbia historia.

-Desde hace siete años se está prevaricando con encuestas manipuladas del CIS, pagadas con dinero público y que se equivocan por sistema a favor del PSOE. ¿Quién ha ordenado esa práctica de corrupción política?

No hay más preguntas, señoría.

(PD: Yolanda Díaz, que tampoco es exactamente la más lista de la clase, aunque sí tal vez la más lianta, soltó ayer que «queda Gobierno de corrupción para rato». Ha sido interpretado como un lapsus linguae. Pero por una vez dio en el clavo. Conservar el poder se ha vuelto una cuestión capital para no acabar disfrutando de las hospederías gratuitas del Estado, por eso el cañón de la propaganda truena como nunca antes. Ayer vi un cuarto de hora el programa de Javier Ruiz en TVE. Me quedé flipado, aun esperando lo peor. El entusiasmo por la causa superaba todo lo imaginable. Están aplicando directamente el magisterio de Goebbels. Sin filtro alguno).