Los dirigentes de Batasuna están obligados a reaccionar ante la ‘castástrofe’ de la sentencia. Sin embargo, han empezado con mal pie hurtando a sus seguidores un debate franco sobre la continuidad de la violencia: han preferido dirimirlo en secreto con la cúpula etarra, como siempre. Una fórmula en la que siempre pierden frente a los encapuchados.
El Tribunal Europeo de Derechos Humanos (TEDH) era la última esperanza de los partidos nacionalistas para revertir la ilegalización de Batasuna. Habían descalificado con tales términos la Ley de Partidos y las sentencias del Supremo y del Constitucional que la aplicaban que no les cabía en la cabeza otra cosa que no fuera un revolcón jurídico en la Corte de Estrasburgo.
En Batasuna, por supuesto, estaban convencidos de ganar el recurso en la instancia internacional. Incluso los más escépticos, aquellos que han llegado al convencimiento de que ETA tiene que abandonar las armas, tenían puesta su esperanza en el TEDH. Un buen ejemplo es la carta intervenida en prisión en el pasado mes de mayo al abogado Txema Matanzas. En ella advertía de las dificultades para «revertir» la estrategia del Estado «a no ser que nos salve Estrasburgo, para el que yo guardo ciertas esperanzas, sí». Creía Matanzas que el Tribunal Europeo no obligaría al Estado a realizar «cambios sustanciales», pero sí a corregir algunas cuestiones como la Ley de Partidos o el Código Penal. Pues ni eso.
Los dirigentes de Batasuna pueden intentar engañar a sus seguidores diciendo, como ha dicho Arnaldo Otegi, que la sentencia es consecuencia de la ‘guerra al terrorismo’ abierta por George Bush y Tony Blair y que ellos no van a cambiar. A lo mejor es cierto y el Tribunal Europeo de Derechos Humanos valora ahora cuestiones que en otra época de su historia igual no hubiera tenido en cuenta. La ‘guerra al terrorismo’ abierta tras el 11-S de 2001 cambió, para desgracia de los etarras, la actitud de muchos países. La Unión Europea, por ejemplo, creó una lista de terroristas en la que figura ETA y en la que también aparecen no pocos dirigentes de Batasuna.
En cualquier caso, sea ésa la causa de la sentencia del TEDH o sea, simplemente, que la legislación española respeta los estándares democráticos internacionales, la situación de Batasuna no cambia: se les ha acabado el recreo y se quedan fuera de la ley sin más recurso que el del pataleo, que es el que se invoca cuando han fracasado todas las demás apelaciones.
Ahora están obligados a reaccionar ante la «castástrofe», tal como definió Otegi la sentencia, porque el Estado, reforzado por el respaldo internacional, no va a dar marcha atrás. Todo lo contrario. Los dirigentes de Batasuna, sin embargo, han empezado con mal pie hurtando a sus seguidores un debate franco sobre la continuidad de la violencia porque han preferido que la cuestión sea dirimida en secreto entre la cúpula etarra y los líderes de su brazo político, como ha ocurrido siempre. Han elegido la fórmula en la que siempre pierden frente a los encapuchados.
Florencio Domínguez, EL CORREO, 12/11/2009