Qué poco duran la alegría en casa del pobre, la promesa del candidato tras acceder al escaño o el consabido caramelo en la puerta de un colegio. Uno se pregunta qué sentirán los 902.000 ciudadanos que votaron las listas de ‘Se Acabó la Fiesta’ el pasado 9 de junio. Seguramente ninguno de ellos llegó a suponer que el nombre de la candidatura que votaron se iba a hacer tan descriptivo y real para las esperanzas que llegaron a albergar mientras estaban con su papeleta en la mano ante la urna.
Pues sí, se acabó la fiesta. Su inopinado líder, Alvise Pérez, ha reconocido haber cobrado 100.000 euros en efectivo y sin factura. Él no alberga duda alguna sobre lo inadecuado de su proceder: “No voy a esperar a ningún juicio porque no necesito ningún juez: soy culpable”. Lo único que no ha hecho es emitir una sentencia con la pena que en Derecho pueda corresponderle, aunque no cuesta imaginar que a sus 902.000 votantes se les ha debido de quedar cara de gilipollas.
O no. En esta Corte de los Milagros, como acertadamente bautizó a España Valle-Inclán en su Ruedo Ibérico, todo es posible y el truhán Alvise Pérez no es el primer golfo en practicar estas mañas. Este verano, exactamente el 25 de julio, se han cumplido diez años de aquella memorable rueda de prensa de Jordi Pujol Soley, un tipo impresionante que se inventó una nación para esquilmarla. Fue la tarde de Santiago y casi por compromiso se apagaron los faroles y se encendieron los grillos, por decirlo con palabras de Lorca. Desde entonces han pasado diez años sin que su confesión de haber defraudado sistemáticamente a Hacienda durante los 23 años que presidió la Generalidad le haya llevado a pernoctar un solo día en la cárcel. Con estos precedentes ya me dirán ustedes que podíamos esperar de la investigación a que está sometido el hermanísimo David Sánchez Pérez-Castejón o como extrañarse de que Hacienda lo haya exonerado de un presunto delito de fraude fiscal sin haber iniciado siquiera una investigación. Mucho me temo, sin embargo, que Alvise no va a tener tanta suerte como estos predecesores. No podrá decir que no lo había avisado Pedro Sánchez en su investidura en la tribuna del Congreso, lugar en el que tanto y tan bien nos ha mentido: “Los ricos, pues lo siento, tienen que pagar más impuestos y mientras nosotros gobernemos, val a pagar más que el resto”.
Ya solo falta definir quienes son los ricos y lo hará él, naturalmente, de análoga manera a la que emplea su infalible taxonomía para clasificar de medios o pseudomedios a estas herramientas de comunicación como la que usted tiene en sus manos. Y el rico va a ser Alvise, no el tipo que arrasó Banca Catalana y protagonizó el mayor latrocinio de una sola familia. Tampoco es rico David Azagra. ¿Qué con un sueldo de 50.000 euros ha conseguido ahorrar dos millones bajo la Presidencia de su hermano? Eso es que es mañoso.
No interpreten comprensión hacia Alvise ni hacia sus seguidores, a los que llama a defraudar como “legítima defensa ante el terrorismo fiscal del Estado”. Él ha pisado seguramente el Código Penal y quienes le imiten, también.