Los votantes deben prepararse para responder en 2012 a la gran pregunta: «¿Qué prefiere usted: la incompetencia suma del Gobierno o el extraordinario carajal de la oposición?». De momento, el PP, como los piratas de Astérix, no necesita a los galos ni a los socialistas para hacer el ridículo. Ya se las apañan ellos solos para hundir su propio barco.
El secretario general del PP de Madrid, Francisco Granados, dijo ayer que los afiliados al PP de su comunidad están de manera abrumadora con la presidenta, Esperanza Aguirre; «quien eso no lo entienda, no conoce la realidad del partido».
Poco habría que comentar sobre el particular si el asunto fuera eso, particular, y se tratara del próximo congreso, cuando quiera que sea que se celebre. Lo malo es que en toda esta bronca no se habla de la dirección del partido, sino de la presidencia de Caja Madrid, que es la cuarta institución financiera de España.
Granados habría formulado mejor la cuestión si se planteara qué piensan los clientes de la caja, no los afiliados al partido. Keynes dejó escrito que nada hay tan tímido en la vida como un millón de dólares, pero no hace falta tener tanto. Con tener en una cuenta en Caja Madrid entre 1.000 y 100.000, bastaría para asistir a este disparate entre la perplejidad y el pánico, al pensar con qué criterios se están tomando decisiones importantes que afectan a los ahorros de toda la vida y a nuestro plan de pensiones.
Sorprendentemente, las declaraciones en torno al tema de Leire Pajín, nuestra Hipatia de Benidorm, abundan en la lógica de Granados, al terciar ayer en la polémica para exigir que, «de una vez por todas», Esperanza Aguirre ponga «encima de la mesa» el nombre del candidato a la presidencia para poder «valorar esa candidatura de forma oficial». El miércoles, Zapatero hizo saber que no tenía reparo al nombramiento de Rodrigo Rato y esto es casi un consuelo.
Es normal. Ellos pusieron al frente de Caja Castilla-La Mancha a Hernández Moltó, para que materializase los sueños de gloria del poder autonómico. Véase el resultado.
¿Para esto le pagamos a esta chica los 7.500 euros mensuales como ex secretaria de Estado (hasta julio de 2010), los 5.000 como secretaria de Organización (que también pagamos nosotros) y los 4.948,93 que cobrará como senadora, cuando los populares valencianos dejen de comportarse como gremlins? Para descalificar al PP son mucho más eficaces Cobo y Granados, hay trabajos que se hacen mejor con recursos propios.
En justa compensación, externalizan algunos cargos. Ayer, Ricardo Costa se sentía aún secretario general del PPCV mientras su partido anunciaba que lo daba de baja como afiliado. ¿Son compatibles ambas circunstancias? Sí, si el PP hubiese decidido privatizar la gestión de sus órganos de dirección, que todo podría ser, tal como están las cosas.
Durante la ocupación alemana de Bélgica, los fascistas de Léon Degrelle afeaban su conducta a los invasores y les exigían: «Nazis: quitad vuestras sucias manos de nuestros sucios judíos». Lo que falta en este lío es una manifestación de impositores de Caja Madrid coreando la consigna: «Políticos, quitad vuestras sucias manos de nuestro sucio dinero». Mientras, los votantes deben prepararse, debemos prepararnos, para responder en 2012 a la gran pregunta: «¿Qué prefiere usted: la incompetencia suma del Gobierno o el extraordinario carajal de la oposición?». De momento, el PP, como los piratas de Astérix, no necesita a los galos ni a los socialistas para hacer el ridículo. Ya se las apañan ellos solos para hundir su propio barco.
Santiago González, EL MUNDO, 30/10/2009