Ignacio Marco-Gardoqui-El Correo

El Gobierno insiste en su «política progresista». Está muy bien, pero ¿en qué consiste una política progresista? Si vamos a la RAE veremos que tiene varias acepciones. La tercera es ‘Dicho de un liberal español, del sector más radical del liberalismo, que se constituyó en partido político’. Como comprenderá, esa acepción hay que desecharla de inmediato. ¡Qué infamia! Así que nos quedamos con la primera: ‘Dicho de una persona o de una colectividad: de ideas y actitudes avanzadas’. Correcto, pero ¿hacia dónde avanzamos?

Las medidas implementadas por Pedro Sánchez y hasta la aparición de la pandemia han ido, todas, dirigidas a contentar a la población. Desde que llegó el maldito bicho han ido a paliar los efectos sociales de la crisis.

Correcto, así avanzamos hacia una sociedad más igualitaria en la que se cumpla el otro mantra, «que nadie se quede atrás». Perfecto. En mi insondable ingenuidad yo pensaba que debíamos progresar hacia una sociedad más libre y mas próspera en la que Estado del Bienestar pudiera ser sostenible. Entiendo por progreso una sociedad avanzada en la que, por ejemplo, todo el mundo tenga un trabajo digno y para eso necesitamos empleo. Y el empleo, ¿quién lo traerá? Pues obviamente la inversión.

Aquí pensamos que pagar al mes 5,1 millones de prestaciones es un récord y que tener a 17,5 millones de personas cobrando un subsidio o un salario del Estado es el colmo del progreso. Pues no lo es. Más bien es la antesala del desastre.

Si necesitamos inversión hay que generar las internas y atraer las extranjeras, que en este país son fundamentales. El Banco de España acaba de publicar unos datos terribles al respecto. En 2019, la inversión extranjera cayó, en términos netos y deducidas las desinversiones, un 60,3%. ¿Por qué? Según él por la «gran incertidumbre generada», Le recuerdo que hablamos del año pasado, cuando desconocíamos lo que se nos venía encima. ¿Qué pasará este año? Pues no es difícil de imaginar…

La inversión exige un marco de estabilidad económica y un esquema de seguridad jurídica. Lo primero se nos ha complicado mucho con la pandemia, aunque eso le ha pasado a todo el mundo, lo cual no nos sirve para justificar nuestros malos datos y, al ser general, no podemos emplearlo como excusa singular.

En lo segundo estoy seguro de que las proclamas habituales del Gobierno no ayudan nada a consolidar el marco jurídico que ofrecemos al mundo. Y eso sí está en nuestras manos. Si queremos empleo, necesitamos inversión; y si queremos inversión… ya sabemos lo que hay que hacer. ¿Lo haremos?