- Los vascos ya no damos por saco. Nos conformamos con no aportar a la solidaridad interterritorial y recibir todos los beneficios posibles. Somos españoles para lo que queremos
Joseba Egibar ha dicho que «la política vasca se está españolizando»; no Euskadi, el País Vasco o Euskal Herria sino la política vasca, en el sentido de que no hay hecho diferencial vasco reseñable desde el punto de vista comunicativo y mediático, es decir, que los ciudadanos hablamos y los medios informan de lo que se habla en el resto de España, y carecemos de agenda propia exportable a la política española. Somos unos sosos. Y concretó: «La política vasca está en off porque la española la eclipsa, nos absorbe, en todos los órdenes, en los pronunciamientos, en los teleberris, en la agenda, y ves cómo disfruta la gente transitando por la alfombra roja de los Premios Goya. Abrimos los teleberris con los Goya. Y yo me pregunto: ¿Será importante?«. Seguir los Goya no sé, pero escuchar las reflexiones de Joseba Egibar tiene su importancia para cualquier analista político que se precie de querer estar al día de lo que ocurre en el seno del independentismo vasco.
Joseba Egibar apunta a Iñigo Urkullu, compañero del PNV y lehendakari del Gobierno Vasco desde 2012. Y no es la primera vez que lo hace, ya que Joseba Egibar considera a Iñigo Urkullu responsable de esta situación de parada técnica en la que se encuentra el soberanismo en el País Vasco. El portavoz jeltzale en el Parlamento Vasco cree que los líderes políticos nacionalistas deben liderar la agenda, azuzar a la ciudadanía, contagiarle sus desvelos y obsesiones y trasladarle sus reivindicaciones políticas para que las asuma como propias; en su caso, la reivindicación independentista. Joseba Egibar no quiere que la gente disfrute con los Premios Goya, se apasione con los Real Madrid-Barça o siga como propia la participación de España en Eurovisión… sino que reivindique el DNI vasco, la selección vasca, la normalización lingüística y el derecho a la autodeterminación.
Joseba Egibar piensa que, si no se la azuza, la ciudadanía se acomoda y asume el statu quo vigente sin señal de rebeldía. Y antes se la azuzaba, y ellos y su proyecto político recogían las nueces. Joseba Egibar cree que los líderes nacionalistas deben poner sobre la mesa sus reivindicaciones, y entre ellas, la principal: la independencia de Euskal Herria. Pero Iñigo Urkullu es un blando y un muermo y, por lo tanto, la tumba del independentismo. Si por él fuera, lo fulminaría mañana mismo. Se habrá creído este vizcaíno.
En general, Joseba Egibar tiene razón: en el resto de España apenas se habla de lo que ocurre en Euskadi porque apenas ocurre nada relevante. Y en Euskadi se habla de lo que ocurre en el resto de España, que es lo mismo que ocurre aquí. El PNV gobierna en coalición con los socialistas vascos, y la única oposición reseñable es la de Bildu, que además ha priorizado su acción política en el Congreso de los Diputados como socio preferente de Sánchez. De hecho, Bildu está haciendo lo que criticó durante años al PNV: participar con normalidad en la política que se decide en Madrid, razón por la cual la formación de Arnaldo Otegi está sufriendo cierta crítica interna, que veremos cómo evoluciona y hasta dónde llega. La disidencia política ha dado paso al aburguesamiento de la realpolitik y la noche madrileña.
Joseba Egibar tiene razón: ETA ya no existe, no exportamos al Congreso de los Diputados planes rupturistas para la independencia de Euskadi y participamos con normalidad de los debates que se plantean en el conjunto de España. En general, los vascos ya no damos por saco. Nos conformamos con no aportar a la solidaridad interterritorial y recibir todos los beneficios posibles. Somos españoles para lo que queremos. Eso sí, compartimos los mismos problemas con nuestros conciudadanos: precariedad laboral, inflación y Euríbor desbocado.
El PNV sigue gobernándose con la habilidad que caracteriza a una maquinaria perfectamente engrasada: en Euskadi, calma chicha parlamentaria y oposición prácticamente anulada; en Madrid, apoyo a Pedro Sánchez salvo en los excesos de los que se desvincula, de perfil en los debates que no le afectan y silente cuando no hay nueces que recoger o hay que arrimar el hombro. Es el humanismo del PNV. Mientras tanto, mira de reojo a Feijóo, por lo que pudiera pasar. Por lo demás, fueros, privilegios y ámbito vasco de decisión. Si el PNV lo tiene todo bajo control, ¿para qué cambiar?
Una España atomizada
Así que España se podemiza gracias a Pedro Sánchez y Euskadi se españoliza gracias a Iñigo Urkullu. Si se completa la suma de ambos factores, el resultado es una incógnita. Salvo lo que nunca cambia incluso cuando gobernó Patxi López: la hegemonía absoluta del PNV y la asunción definitiva de su ideología nacionalista, sin rastro de constitucionalismo. Todos nacionalistas dentro de una España atomizada y enfrentada. Pero a Joseba Egibar no le es bastante. Él quiere otro lehendakari y un PNV donde sus ideas sean mayoritarias. Y, sobre todo, quiere la independencia. El problema para él es que sus ideas son ahora minoritarias en el PNV; el problema para los que no somos nacionalistas es que quizás no haya nadie enfrente cuando sean mayoritarias o el PNV decida cambiar de estrategia. No es que haya que organizar la resistencia, sino presentar un proyecto alternativo.