Ignacio Marco-Gardoqui-El Correo
Aeste paso se gana el sueldo y con holgura. Me refiero al flamante nuevo gobernador del Banco de España, que en su primera reunión con sus colegas europeos presenció una bajada de los tipos de interés y en su primera evaluación de la economía española ha revisado el crecimiento nada menos que en medio punto, hasta el 2,8%, desde el 2,3% de su anterior previsión realizada hace tan solo tres meses. ¿Se le puede creer? El Banco de España ha gozado siempre de un gran prestigio técnico y no hay razones para suponer que lo haya perdido en dos semanas. Aunque tampoco las había para dudar antes de ellas y no eran pocos los que veían en él un organismo parcial y sesgado en los tiempos en los que lo dirigía Hernández de Cos.
La primera razón que explica esta inesperada bonanza es la propia revisión del INE llevada a cabo hace pocos meses. Aquí se puede ser más crítico, pues no es normal que haya cambiado tantas veces de parecer y siempre lo haya hecho a favor de las expectativas oficiales. ¿No saben sumar? ¿Suman siempre a favor del Gobierno? La segunda es muy lógica, pues se debe al extraordinario comportamiento del turismo y en especial del extranjero (aporta un décima extra). Y la tercera es la inesperada fortaleza del crecimiento interior (aporta dos décimas).
La nueva previsión supera la esperada por el propio Gobierno y sitúa la expectativa en la banda ancha de todos los analistas. Por si fuera poco, la previsión para el próximo año pasa del 1,9% al 2,2% y se justifica por las mismas razones a las que podemos añadir el crecimiento de la población, gracias a la inmigración, que no a la natalidad, y la bajada de los tipos de interés que abaratan el coste del dinero.
En la parte negativa del análisis, al Banco de España le preocupa la debilidad del consumo privado y de la inversión, que son razones de peso para estar preocupado pues son los dos principales factores necesarios para obtener saltos consistentes en el potencial de crecimiento.
Y por último, dice que no tiene clara la capacidad del Gobierno -o quizás sea su intención- de poner orden en sus desbocadas cuentas públicas. Ni el déficit bajará del 3%, ni la deuda lo hará del 105% por más que la economía crezca por encima de lo previsto y se refleje en la recaudación fiscal. Como el Gobierno no ha detallado las medidas que va a adoptar para poner las cuentas en orden, las previsiones no incorporan los efectos del nuevo marco fiscal europeo. Pero, ¿de verdad que hay alguien preocupado por el orden de las cuentas? Si lo está que se lea el informe Draghi y, si no se muere, se le irá…