José Alejandro Vara-Vozpópuli
- La crisis de Gobierno es hija del pavor. El presidente está muerto en las urnas. «¿Seis años más? Ni de coña», dicen en el partido
«Por debajo de él, todos somos prescindibles «, decían socialistas bregados en mil disputas internas tras conocer la degollina de Pedro Sánchez en el Gobierno. «Aun será peor la que hará en el partido, en el congreso de octubre», añaden. Y bromean: «Todos somos contingentes, sólo tú eres necesario», en homenaje a la rechifla de Amanece que no es poco. La nueva situación produce perplejidad. En reuniones internas, incluso entonan el ‘se va el caimán’, por darle un toque caribeño al esperpento sanchista. «De irse algún caimán, será el de Cuba, porque el nuestro ahí se queda». En realidad, se escribió la popular tonadilla contra el presidente panameño Enrique Jiménez, que duró un suspiro en el cargo y se fue, en efecto, ‘para Barranquilla».
Abundan las burletas sobre el asfixiante cesarismo que ha instaurado Sánchez en su organización, tanto en el Gobierno como en el partido. Defenestra a los abrasados, arrincona a los tibios, promociona a los insignificantes, aúpa al penúltimo campeón de su nómina fieles.. Usos propios de quien no comulga ni con la pluralidad de criterios ni con el espíritu de equipo, al que tanto hace referencia.
Sánchez empieza a ser carne de chiste. En las redes pululan en forma de memes y circulan como el rayo por las terminales del socialismo, especialmente el periférico, donde el aura del todopoderoso presidente brilla ahora con la intensidad de una cerilla amortajada. De líder imbatible a menguado caudillín dista tan sólo un paso. O un par de resbalones.
Igual da si José Luis Ábalos recibió la patada tras rechazar la cartera de Defensa o estaba condenado al abismo desde aquella noche de las 40 maletas
Resultan estériles y hasta grotescos los profusos análisis para determinar si Iván Redondo desalojó su todopoderoso despacho por voluntad propia o a escobazos. Igual da si José Luis Ábalos recibió la patada tras rechazar la cartera de Defensa o estaba condenado al abismo desde aquella noche de las 40 maletas. Poco importa si Carmen Calvo verá demediada su ley de memoria de las cunetas o cambiará, al fin, de peluquero. Pecata minuta, anécdotas menores en una hermética estructura concebida para mantener in aeternum en la cúspide a su actual ocupante.
Sánchez tembló. La estruendosa victoria de Isabel Díaz Ayuso se tradujo en pavor en los despachos de la Moncloa. Una niebla de pánico se instaló por los rincones, nubló las mentes y acochinó los espíritus, hasta entonces desafiantes. Cierto que ya había mordido el polvo en Galicia, en el País Vasco, y hasta con la insípida e inútil victoria en Cataluña. Lo de Madrid fue distinto. Una bofetada de tal magnitud resulta difícil de encajar en mejillas enfebrecidas por la soberbia. El 4-M le forzó a cambiar de planes, a mudar drásticamente su estrategia. Con esa pandilla de ministros requemados no podía enfrentarse a la cita de las autonómicas, crucial desafío justo unos meses antes de las elecciones generales. El espectro de Zapatero se le aparecía por las noches, con gesto demudado e imbécil, derrotado por la mayoría absoluta de Rajoy tan sólo unos meses después de que el PP barriera en las municipales y autonómicas de 2011. Lo de Madrid fue más que un aviso. Preguntaba sin cesar si el efecto Ayuso es extrapolable, si se adivina un cambio de rumbo. En suma, si se acerca su fin.
«Está muerto en las urnas»
Decidió, entonces, dar ‘el gran salto adelante’ expresión maoísta con la que explicó la cruel purga que acaba de ejecutar. Así arrancó la campaña electoral para las citas de 2023/24, su única obsesión. Bolaños, el nuevo mayordomo de la Moncloa, ya se ocupará de la gestión al frente del brioso ramillete de jóvenes alcaldesas que ha esparcido aleatoriamente por los ministerios con el encargo de no estorbar.
«El problema no es el PSOE, eres tú», le espetó Susana Díaz en su ya pugna de las primarias. Muchos cofrades piensan igual. Nadie osa levantar la voz. Se escucha algún lamento tibio, cobardón. «¡Pedroooooooo!», se desgañita entre lloriqueos Iceta, tan menospreciado. Las quejas no alcanzan los ventanales de la Moncloa donde arranca un nuevo capítulo de la serie Manual de supervivencia, cada día más inhóspito. La credibilidad del protagonista está por los suelos. El respaldo social se ha evaporado. Los sondeos anuncian el gran vuelco. «¿Seis años más?, ni de coña. Está muerto en las urnas y no lo sabe», susurran viejos camaradas. En el PSOE, ese partido maligno, desabrido y cobardón, cuarenta años sin abrir la boca cuando había que hacerlo, se aplaude sin entusiasmo al galansote. Quizás esperan el gran tortazo.
Esgrimen sus móviles, bailan al son de MTV y otean otro mundo, lejos de los barbudos y de la estafa de la revolución. Son los muchachos que llenan ahora las calles al grito de ‘libertad’
Desde hace ya un tiempo, a la caída de la tarde, grupos muy nutridos de jóvenes vestidos a la europea se concentran frente a los grandes hoteles internacionales del Paseo Martí, enchufan sus móviles a la wifi y escuchan música, danzan, patinan, y, en definitiva, se asoman a un mundo lejos de los barbudos y de la gran estafa revolución. Son los muchachos que llenan ahora las calles en las principales ciudades de la isla, que arriesgan la cárcel y desafían a la tiranía al grito de ‘libertad’. Patria y vida. Internet ha sido la primera víctima de la protesta. Ahora le siguen los secuestros, las detenciones, las torturas y las muertes.
El Gobierno de Sánchez evita una sola palabra en apoyo de estos valientes. Algo más tendría que decir la diplomacia española siquiera por su pasado, quizás por su historia, acaso por su honor. Unas palabritas de compromiso, hueras y estériles, detestables e hipócritas se han escuchado en boca de la nueva portavoz del Ejecutivo, incapaz de pronunciar estas cuatro sílabas: dic-ta-du-ra. El Ministerio de Exteriores, en una nota tardía y anodina, se mostraba preocupado por ‘las graves carestías’ que sufre la población cubana. La carestía, ministro Albares, las ‘sufre la población’ desde hace seis décadas. Ahora es otra cosa, ahora se trata de crímenes y represión.
Sánchez huye del compromiso, de la denuncia imprescindible, de la condena decidida de un régimen carcelario y atroz que acaba de desplegar a sus hordas asesinas contra la población indefensa. No puede hacerlo, aunque quisiera. Tiene a los barbudos dentro, en las sillas del Consejo de Ministros, cinco carteras en manos comunistas, cinco apóstoles del castrismo criminal..
«Sólo tú eres necesario», bromean en estas horas las vocecillas disonantes en el PSOE. Hasta que deje de serlo y se convierta en un ‘contingente’ más. Si se va el caimán también se irá la lagartija.