Seamos honestos con las víctimas

JAIME LARRINAGA, EL IMPARCIAL 17/11/13

· Hace cerca de un mes que se publicó la sentencia de la Doctrina Parot. Con posteridad se ha escrito mucho y se ha discutido sobre esa sentencia en los debates políticos en las distintas cadenas de televisión. Incluso se celebró hace unos días una manifestación en Madrid contra la sentencia de Estrasburgo y en apoyo a las víctimas. ¿Ha surtido algún efecto positivo en las víctimas? Nada. Sí es verdad que las víctimas reciben mucho afecto de todos los sectores de la vida española. Pero no es suficiente para consolarlas. Porque ese afecto muchas veces no tiene valor, es una palabra vacía. Otras veces sólo es un cariño momentáneo, pero sin ningún compromiso con la víctima para luchar y salir de esa situación de hundimiento moral en la que vive. Al mismo tiempo, los hombres importantes de la política española proclaman que ETA está vencida definitivamente.

¿Cómo pueden mirar a la cara a las víctimas y salir a la calle, sin ser linchados por mentirosos y falsos, estos señores de la política española cuando están saliendo a borbotones los asesinos de ETA de las cárceles y son recibidos como patriotas y héroes en sus pueblos? Por otra parte Audiencia Nacional colaborando con la abolición de la Doctrina Parot y sacando inmediatamente a los asesinos de las cárceles sin escuchar al Tribunal Supremo que quería estudiar caso por caso. ¡Qué jueces tenemos en España! Gente que ha matado a muchos, gente condenada a más de mil años, y a los pocos años vuelven triunfantes a sus pueblos. ¡Pobres víctimas! El resto de su vida tendrán que vivir como muertos o emigrar a otra sociedad en la que puedan recuperar la esperanza por la vida. ¿Dónde están los derechos humanos de las víctimas?

Vivimos en un mundo en el que el amor y sobre todo la justicia son sustituidos por los intereses de los poderosos, de los que quieren mantenerse en el poder, por lo que la esperanza de los derrotados y de las víctimas se apaga. Y sólo la solidaridad y la valentía de los que apoyamos verdaderamente a las víctimas puede despertarla. Sin misericordia , sin compasión y sin una justa restauración, no hay y no habrá una auténtica y verdadera justicia, que es el cimiento sólido de la paz para una convivencia. Actualmente la misericordia y la compasión han quedado proscritas. La sociedad progresista ha decretado que está prohibido pensar en el sufrimiento de las víctimas. El bienestar y la paz de los políticos exige un precio: el sacrificio de los más débiles. En un mundo como el nuestro la acogida cálida a cada persona, la ternura son eliminadas de la sociedad. No hay lugar para el corazón. Y sin un lugar para el corazón, no crece la esperanza en las víctimas quienes, además, se encierran en su propia destrucción.

¿Cómo podemos hacer crecer la esperanza en las víctimas? Primeramente hemos de comenzar por no hacerle a nadie la vida más difícil y dura. Sino que con nuestra acogida y amor la vida sea más humana y más llevadera. Contagiar mirada positiva, sentimientos y actitudes positivas, es engendrar esperanzas. Les tenemos que acompañar y darles fuerzas para vivir, para que descubran que no están solos, que hay personas a quienes pueden recurrir, por lo que podrá nacer de nuevo la esperanza en sus corazones. Es una gran tarea hoy en España ofrecer acogida y refugio a tantas víctimas del terrorismo indefensas y despreciadas por una mala y caprichosa justicia. La acogida, una virtud cristiana, es una manera de ser, de vivir, de no pasar de largo ante quien nos necesita.

Las víctimas del terrorismo que dieron la vida por defender un orden constitucional y la libertad de todos los españoles nos piden nuestro apoyo comprometido. Y solamente seremos verdaderamente honestos con las víctimas, y su muerte habrá valido para algo, si conseguimos de la clase política cambiar inmediatamente el Código Penal que no es nada justo. Por ejemplo, el hombre de la calle no entiende que los asesinos salgan a la calle y en cambio el Sr. Otegui siga en la cárcel por apoyar a la banda terrorista ETA. ¿O es Otegui el que desde la cárcel dicta la política antiterrorista para salir él el último como el capitán cuando se hunde el barco? Que el Código Penal lo hagan los jueces , personas que saben lo que es la Justicia, y no los políticos que no saben y solamente están interesados en sus intereses particulares.

La Justicia no gira en torno al delito , ni en torno al delicuente, sino que coloca en el centro a las víctimas. Y cualquier estudiante de primero de Derecho sabe que lo elemental de la Justicia incluye dos imperativos categóricos: compasión y restauración. Seamos honestos con las víctimas; ellos dieron la vida por una España mejor, no por una España que saca de las cárceles a los asesinos y violadores. Por una España en la que haya una Justicia verdadera para todos. Por una España en la que la Justicia sea totalmente independiente a los políticos que son los responsables máximos del malestar y de la crispación reinante en España.

Jaime Larrínaga. Presidente del Foro El Salvador.

JAIME LARRINAGA, EL IMPARCIAL 17/11/13