JOSÉ MARÍA CARRASCAL – ABC – 16/03/16
· A Sánchez siguen faltándole votos para ser elegido en la primera votación. Son los que está buscando en el caladero nacionalista.
Si Pedro Sánchez no se ha entrevistado con Carles Puigdemont para negociar un referéndum catalán –entre otras cosas, porque aunque quisiera su partido no se lo permitiría–, si tampoco ha ido a proponerle la vieja salida del federalismo –que la Generalitat de Puigdemont, metida ya en la desconexión con España, ha descartado–, ¿a qué diablos ha ido? Nos dice que a «dialogar, a tender puentes, a buscar canales de entendimiento, tal como nos pide el pueblo español». Le creo. Pero en el sentido opuesto al que él le da.
La primera apuesta de Sánchez tras el descalabro del 20-D y la advertencia que le hizo su Comité Federal fue acercarse a Ciudadanos. Pensaba que con ese movimiento tansversal conseguía dos objetivos: tranquilizar a los suyos y acercarse al PP, muchas de cuyas propuestas había aceptado en el programa que acordó con Ciudadanos. Suponía que un PP también vapuleado aceptaría salvar su programa, aunque tuviera que sacrificar a Rajoy, absteniéndose en la segunda votación de investidura. Pero el PP se mantuvo firme y el revolcón que recibió Sánchez en la segunda votación fue tan espectacular como el de la primera. Esa vía quedaba cerrada.
Había que elegir otra, y es en lo que está. Se trata de otra vía más lógica y sencilla, al menos de entrada, pues se trata de buscar la aproximación a las otras fuerzas de izquierda, mucho más afines. La marejada, más que mareas, que se aprecia en Podemos, con corrientes en Galicia, Cataluña y Valencia que reclaman grupo propio, le ayuda, al debilitar al Iglesias intransigente que exigía la vicepresidencia del Gobierno y un montón de carteras ministeriales. No es lo mismo sentarse a negociar con 70 escaños detrás que con 40.
Pero, incluso si le apoyaran esos 70, a Sánchez siguen faltándole votos para ser elegido en la primera votación. Son los que está buscando para la segunda en el caladero nacionalista. Le bastaría con que se abstuvieran PNV y Democracia y Libertad para ser elegido presidente. El gran argumento para convencer a Puigdemont es: «Yo o Rajoy». Y espera que le elijan a él.
El papelón en esta farsa le tocaría a Ciudadanos, que tras prestarse al juego de Sánchez y firmar solemnemente con él un acuerdo tan largo como farragoso se encuentra metido en la cama con sus dos enemigos irreconciliables: extrema izquierda y nacionalistas. Puede tragar saliva e integrarse en la nueva formación ya como socio menor. O puede aliarse con el PP. Pero no reunirían los votos necesarios para bloquearla, quedando en evidencia su bisoñez, su ambigüedad, su falta de verdaderos principios.
Claro que también a Sánchez puede salirle mal la jugada. Acostarse con Podemos, dispuesto a engullir al PSOE, es peligrosísimo. Y liarse con unos nacionalistas decididos a independizarse, auque sea de tapadillo, es aún más arriesgado. Pero sabe que esta es su última oportunidad, lo que puede ser lo más peligroso de todo.
Aunque lo más probable es que de aquí a mayo, o junio, pasen muchas cosas.
(Continuará).
JOSÉ MARÍA CARRASCAL – ABC – 16/03/16