ALBERTO AYALA, EL CORREO 23/04/13
· El revés de Legazpi constituye la segunda advertencia que recibe la izquierda abertzale en pocos meses en Gipuzkoa.
La espectacular irrupción de Bildu en las elecciones municipales y forales de 2011, singularmente en Gipuzkoa pero no solo, constituyó un acontecimiento político de primera magnitud. El inesperado veredicto ciudadano obligó al resto de las formaciones a la reflexión, singularmente al PNV.
Sabin Etxea llegó a la conclusión de que lo sucedido no era un hito aislado. Que el terremoto podía repetirse, y con daños muy superiores. Que la batalla por el liderazgo en el campo abertzale que había dado por ganada en los años 80 del siglo pasado quedaba oficialmente reabierta.
El PSE y el PP se apresuraron a ofrecer al PNV un pacto antiBildu para impedir que la coalición liderada por la izquierda abertzale tradicional (IA) se hiciera con el bastón de mando de instituciones tan emblemáticas como la Diputación de Gipuzkoa o el Ayuntamiento de Donostia, además de decenas de consistorios, la mayoría guipuzcoanos. Los jeltzales dijeron ‘no’. Nada de poder a corto plazo a cambio de entregar paladas de victimismo al adversario redivivo fue su reflexión. Oposición, centralidad política y a esperar el desgaste de una Bildu totalmente inexperta en labores de gobierno a ese nivel.
La razón última
Cerca ya de que se cumplan dos años de aquellos comicios, el PNV no ha variado un ápice de estrategia. Sigue agazapado a la espera de ver pasar un día más próximo que lejano el cadáver político del adversario. Es más, esta es la razón última por la que Urkullu se lanzó en Navidad a gobernar en solitario en minoría incluso a sabiendas de las dificultades; preservar el carril central de la política vasca no atándose de forma estable con nadie, ni con el PSE ni menos aún con su adversario abertzale.
Los resultados empiezan a asomar. Si esto fuera uno de esos espectáculos taurinos que EH Bildu se empeña en erradicar, incluso contra el criterio de la mayoría –excepto en Pamplona, donde prefiere usar que atacar los Sanfermines–, bien podría decirse que la IA ha recibido dos serios avisos en pocos meses. El tercero, como conocen los taurinos, obliga a devolver el toro al corral y marca el fracaso del matador.
Las dos advertencias han llegado en Gipuzkoa. La primera se produjo en las autonómicas de octubre, cuando EH Bildu –con la inclusión de Aralar, además– caía más de tres puntos respecto a anteriores citas con las urnas y apenas conseguía aventajar al PNV por 600 votos. La segunda le llegaba este fin de semana. La consulta popular en Legazpi contra el sistema de recogida de basuras puerta a puerta que la IA pretende imponer a cualquier precio era rechazada por más de la mitad de los vecinos con derecho a voto.
EH Bildu haría bien en reflexionar sobre ambos pronunciamientos ciudadanos. Y también en detenerse a analizar otras actitudes y palabras recientes, desde el distinto trato dispensado a víctimas por parte del alcalde de Donostia, a acampadas y declaraciones absolutamente fuera de lugar.
Si llegará o no la rectificación, de palabra y de obra, incluida una nueva política sobre basuras más acorde con los deseos de la mayoría de los guipuzcoanos es una incógnita que solo la IA puede despejar. Eso sí, en las próximas elecciones locales, tan lejanas y tan cercanas a la vez, podría sonar el tercer aviso. Y ese resulta definitivo.
ALBERTO AYALA, EL CORREO 23/04/13