EL CORREO 31/12/12
Los sindicatos denuncian el «caos organizativo» en el partido de la Euskal Selekzioa, que se saldó con catorce ertzainas heridos.
BILBAO. La gran fiesta anual del fútbol vasco no solo se vio empañada por el comportamiento del sector más radical de la afición, que lanzó bengalas, petardos y bombas de humo al campo de Anoeta mientras la Euskal Selekzioa goleaba a Bolivia, sino que acabó con el triste balance de catorce ertzainas heridos y la amarga sensación de que la tragedia pudo haber sido mayor. Los incidentes del partido de Euskadi, el gran acto reivindicativo de la oficialidad de las selecciones vascas, obedecieron, según cree el Departamento de Seguridad del Gobierno vasco –antes Interior–, a un plan «perfectamente preparado y organizado» para provocar a la Ertzaintza. El Ejecutivo de Iñigo Urkullu defendió ayer la actuación de la Policía autónoma –duramente criticada por los sindicatos al entender que se puso «en riesgo la vida» de los agentes por el «insuficiente y mal diseñado» despliegue policial– e insistió en que su principal objetivo fue «velar por la seguridad de la ciudadanía».
Aún no había transcurrido ni media hora de partido cuando la Brigada Móvil de la Ertzaintza –los antidisturbios– se vio obligada a intervenir en la grada desde donde, ya con el pitido inicial, empezaron a caer sillas rotas, petardos, bengalas y demás artefactos incendiarios, absolutamente prohibidos dentro de un campo de fútbol. Los agentes se encontraron allí con un auténtico infierno: los radicales –entre quinientos y mil, según la versión que los propios ertzainas han trasladado a los sindicatos–, se les encararon, les insultaron y les «apalearon» armados incluso con trozos arrancados de las escaleras del estadio.
Como resultado, uno de ellos acabó en urgencias con un fuerte golpe en el pecho que le provocó síntomas de asfixia, otro con una muñeca rota, un tercero también fracturado y el resto con diversas contusiones. Así hasta catorce ertzainas, que han tenido que solicitar la baja laboral. Hubo también dos detenidos, uno de ellos un menor de quince años que fue puesto en libertad, y ningún herido entre los asistentes al encuentro.
En el Gobierno vasco están convencidos de que los gravísimos disturbios no tuvieron nada de casual, ni fue tampoco fortuito el hecho de que se produjeran en el primer gran acto público del lehendakari Iñigo Urkullu, que presenció, igual que el resto de autoridades, las algaradas desde el palco de Anoeta. El ‘modus operandi’, según las fuentes consultadas, no deja lugar a dudas de que los incidentes estaban «perfectamente planificados» para provocar una respuesta «virulenta» de la Ertzaintza, una impresión que coincide con la de los sindicatos de la Policía autónoma.
Según ha podido saber este periódico de fuentes institucionales, las grabaciones de las cámaras de seguridad probarían que los vigilantes privados encargados de los controles de acceso –que corresponden a la organización del evento– habrían respetado el protocolo y cacheado convenientemente a los asistentes. Los medios consultados creen que las bengalas y los objetos contundentes pudieron ser introducidos
en mochilas a través de alguna de las vallas del estadio o por las ventanas de los baños, que aparecieron después con los cristales rotos. «La Ertzaintza actuó de la forma más proporcionada posible para evitar que aquello desembocase en algo peor», sostienen.
«Niños llorando»
De hecho, y aunque los antidisturbios ni siquiera llevaban las antiguas escopetas de pelotas de goma –sustituidas por otras armas menos lesivas tras la muerte del hincha del Athletic Iñigo Cabacas–, el dirigente de la izquierda abertzale Joseba Permach no dudó en criticar en Twitter la «primera carga» de «la Ertzaintza de Urkullu». Permach insistió en que el lanzamiento de objetos no justifica «cargar dentro del campo, que es una burrada». «Había gente corriendo por la grada y niños llorando», lamenta, sin mencionar a los agentes heridos. «Buscan el victimismo, dicen que han hecho el tránsito a la política pero mantienen la misma mentalidad de hace diez años», respondieron ayer en medios gubernamentales.
En cualquier caso, la planificación del dispositivo de seguridad fue duramente criticada por los sindicatos de la Ertzaintza y por el PP vasco, que pedirá explicaciones en el Parlamento a la nueva consejera de Seguridad, Estefanía Beltrán de Heredia, por el «descontrol policial y de organización» en el partido. Erne, la central mayoritaria, ha ofrecido incluso a los agentes heridos tramitar una denuncia por la vía patrimonial contra Seguridad para evitar que la «incapacidad, la ineficacia y el caos organizativo» que, en su opinión, quedaron de manifiesto el sábado vuelvan a repetirse.
Los sindicatos denuncian que no se movilizaron, ni de lejos, los agentes necesarios para un partido de estas características, que los mandos no transmitieron las órdenes con la suficiente diligencia y que, como consecuencia de eso, ni la brigada de seguridad ciudadana ni la de refuerzo acudieron a socorrer a sus compañeros a la grada sur, donde los antidisturbios quedaron «desprotegidos y abandonados a su suerte».
EL CORREO 31/12/12