La izquierda española se enfrenta a una semana decisiva en su confrontación por liderar este espacio político y ser la principal alternativa al PP. El PSOE y Podemos tienen por delante dos hitos, la moción de censura y el congreso socialista, que determinarán el futuro inmediato de ambas formaciones.
Los socialistas abrirán el fin de semana una nueva era de la mano de Pedro Sánchez, en un congreso federal que sentará las bases para intentar sacar al partido de la gravísima crisis interna que ha sufrido el último año y mantenerlo como la principal fuerza de la izquierda española.
Podemos, por su parte, asume mañana su desafío más grande hasta la fecha: la defensa de una moción de censura contra Rajoy en la que Pablo Iglesias medirá su talla como dirigente político. En función de cómo salga parado, el líder de Podemos puede reforzar su formación o, en cambio, dejarla en evidencia.
La batalla por la hegemonía entre el PSOE y Podemos viene desde el mismo momento de la irrupción del partido morado en las elecciones europeas de 2014, pero sobre todo con motivo de las dos elecciones generales de 2015 y 2016, en las que la formación de Iglesias se marcó como objetivo superar a los socialistas.
Podemos no lo logró, pero sí arrebató al PSOE muchos de aquellos 11 millones de votos que consiguió Zapatero en 2008, en las últimas elecciones ganadas por los socialistas. Y más allá de los números, el partido morado hizo suyas muchas de las ideas y tácticas de la izquierda. En definitiva, una lucha entre ambos partidos que adquirirá un punto de inflexión con los dos grandes eventos de esta semana.
El primero es la moción de censura, que el PSOE considera que fue presentada para interferir en su proceso de primarias. En este sentido, Sánchez tiene la certeza de que en el debate Iglesias no sólo dirigirá sus ataques hacia Rajoy, sino también hacia la bancada del PSOE. Y el líder socialista no podrá responder directamente a ellos, porque ya no es diputado y no estará en el Congreso. Ese papel corresponderá a José Luis Ábalos, nuevo portavoz del PSOE.
Apenas unos días después, el 39º Congreso Federal del PSOE encumbrará a Sánchez y le entregará un partido asolado por la crisis interna. Su reto más urgente es el de atajar la fortísima división culminada en unas durísimas primarias contra Susana Díaz y Patxi López. No por el resultado, que fue rotundo, sino por la ruptura política y emocional entre los propios militantes.
Del congreso saldrá una nueva dirección y un nuevo Comité Federal, que serán la muestra de hasta qué punto quedan integradas todas las sensibilidades socialistas. Y sobre todo, el PSOE tendrá un nuevo rumbo político. Sánchez ha ganado las primarias prometiendo un viraje hacia la izquierda y hacia posiciones totalmente beligerantes contra el PP. El lema del congreso, Somos la izquierda, es toda una declaración de intenciones.
Sánchez pretende protagonizar lo que considera un giro respecto a la política desarrollada por la Gestora que ha conducido al PSOE en los últimos meses, que tuvo como principal episodio la abstención que permitió la investidura de Rajoy. La derivada obligada de esta política será la relación con Podemos, a quien quiere disputarle el electorado.
Sánchez e Iglesias mantienen una relación extremadamente fría. Su rivalidad alcanzó su punto álgido tras las elecciones generales de 2015, cuando el líder socialista intentó formar Gobierno. Sánchez considera que Iglesias maniobró para subvertir su condición de aspirante a presidente y de líder de la izquierda más votado, con episodios como la exigencia del líder de Podemos de ser vicepresidente.
Ahora, Sánchez ya no está en el Congreso e Iglesias ha presentado una moción de censura, que pasado el posible intento de condicionar las primarias del PSOE quiere que sirva para erigirse en el principal partido de la oposición al PP, pese a la aritmética parlamentaria.
Con este debate, Iglesias pone en juego su credibilidad como líder político y el futuro inmediato de su partido. Como pronto, Podemos espera al menos contrarrestar el efecto Sánchez, que ya ha provocado la subida del PSOE en las encuestas. El ensayo de la moción madrileña de la semana pasada no es muy alentador: salió mal e Irene Montero tuvo que exigir a su grupo más contundencia contra Cifuentes. En el partido esperan que mañana no se repita lo mismo. La lucha por la hegemonía en la izquierda está en juego.