- El célebre plan del fontanero Bolaños no contiene una sola línea que pueda chirriar al Código Penal, pero sus declaraciones harán a más de uno tentarse la ropa antes de poner negro sobre blanco el nombre de la señora del presidente
Esta semana, el Consejo de Ministrosttendría que haber aprobado el proyecto de ley de Presupuestos para 2025. Es un mandato constitucional, que ya desoyó el año pasado. Como no tiene cuentas ni quien se las apruebe, ha decidido airear el anunciado manual de ingeniería social. Es el segundo capítulo de la obra iniciada con el retiro voluntario del presidente durante cinco días.
La técnica de la amenaza que emplea es usual en los mercados. Y se ha demostrado sumamente eficaz. En el verano de 2012, cuando los inversores ponían a prueba la fortaleza del euro, llevando a cotas inasumibles las primas de riesgo de los países mediterráneos, apostando por una Europa a dos velocidades, a Mario Draghi, presidente del BCE, le bastó con asegurar que haría todo lo necesario para defender la integridad de la divisa para ahogar la tormenta. No tenía que gastar un solo céntimo interviniendo en los foros cambiarios. A ver quién es el guapo que se atreve a gastar una fortuna especulando contra todo un banco central, para, en cualquier circunstancia, acabar perdiéndola.
El de Draghi es el mismo recurso que ha empleado el gobierno, pero con mucho menos fondo de maniobra para asegurar su posición. Por no decir ninguno. El reglamento de transparencia europeo es una normativa comunitaria que no necesita de su concurso, más allá de la infraestructura necesaria para ponerlo en funcionamiento. El resto, una sucesión de amenazas disfrazadas de propaganda buenista para consumo de sus públicos. Acorralado por acusaciones de corrupción en el mismo entorno familiar del presidente y en el núcleo duro de su partido, sin una mayoría asegurada en el Parlamento, la legislatura baila sobre un alambre. Para aguantar, toca disimular. Y sembrar cizaña.
Su poder, amplificado por el debate público, se ejerce en la bronca con el resto de grupos políticos y metiendo el miedo en el cuerpo a jueces y periodistas. El célebre plan del fontanero Bolaños no contiene una sola línea que pueda chirriar al Código Penal, pero sus declaraciones harán a más de uno tentarse la ropa antes de poner negro sobre blanco el nombre de la señora del presidente, bajo una cabecera de prensa o en un auto judicial. Si a Junts no le conviene, será incapaz de modificar una sola ley orgánica, pero el veneno que encierra su plan ya ha comenzado a inocularse en el tejido social.