Mauritania tiene una tasa de paro oficial del 10,63%. La tasa de paro española oficial es del 11,27%
Lo que no sabemos es cuál es la tasa de paro real mauritana. Pero sí sabemos cuál es la tasa de paro real española.
Según un estudio del Instituto Juan de Mariana, la tasa real española es del 15,8%. ¿Cómo se llega a ese 15,8%? Sumando al 11,27% oficial esos 1,1 millones de trabajadores que no constan como parados a pesar de estar desempleados.
Así que Pedro Sánchez, el presidente del país con más parados de la UE, ha prometido en Mauritania, que tiene menos parados oficiales que España, la contratación de 250.000 trabajadores africanos.
La pregunta es obvia. Si Pedro Sánchez no ha sido capaz de crear esos 250.000 puestos de trabajo en España para trabajadores españoles con estudios y experiencia profesional española, ¿cómo y en qué sector piensa crearlos para trabajadores mauritanos, senegaleses y gambianos con estudios y experiencia profesional mauritana, senegalesa y gambiana?
No será gracias al Servicio Público de Empleo Estatal, el SEPE. ¿Conocen ustedes a algún español que haya conseguido trabajo gracias al SEPE? Si lo conocen, pónganse por favor en contacto con EL ESPAÑOL, porque esa noticia merece abrir la portada. A ver si el truco era largarse a Mauritania para recibir la oferta que no recibes en España.
Y todo eso lo ha prometido el mismo presidente Sánchez que dice que la inteligencia artificial, la robótica, la biotecnología y la transición ecológica son las claves de la economía española del futuro.
Buena suerte entonces con esos 250.000 inmigrantes procedentes de países como Mauritania, donde el 66% de las mujeres han sido víctimas de ablación genital, una de cada tres niñas ha sido casada a la fuerza con un adulto, la violencia sexual no sólo es cotidiana sino también impune, y todavía impera la esclavitud.
Un país, por cierto, carcomido por docenas de grupos terroristas yihadistas. Pequeño detalle que no parece tenerse en cuenta cada vez que el Open Arms desembarca inmigrantes africanos anónimos a cientos en los puertos españoles. Sin nombre, sin pasaporte, sin pasado y, por supuesto, sin antecedentes penales.
En realidad, todos sabemos que Pedro Sánchez ha prometido 250.000 empleos pero que no creará ni uno solo, como tampoco ha construido ni una sola de las 180.000 viviendas que prometió en la campaña de las autonómicas de mayo de 2023.
El problema para los españoles es que el efecto llamada, a diferencia de los empleos prometidos por Sánchez, sí es real. Así que esos 250.000 inmigrantes llegarán de todas maneras a nuestro país, aunque sin contrato de trabajo.
Sin contrato, pero, eso sí, sabedores de que el Estado del bienestar español tiene el corazón «así de grande».
Para no empezar la casa por el tejado, el presidente español podría haber empezado regularizando a los 700.000 ilegales que hay en España. Y eso aceptando la mayor, que es la tesis del Banco de España de que nuestro país necesitará veinticinco millones de inmigrantes en 2053 para sostener el Estado del bienestar.
Mi pregunta es la siguiente.
Si sólo el 20% de los españoles que más ganan son contribuyentes netos a las arcas del Estado, es decir que pagan más de lo que reciben en servicios públicos, ¿cómo piensa Pedro Sánchez lograr que esos veinticinco millones de inmigrantes se sitúen en el 20% que paga y no en el 80% que recibe?
Porque todo lo que no sea eso no sólo no salva el Estado del bienestar, sino que contribuye a devastarlo.
Sánchez reivindica desde Mauritania que «la migración no es un problema sino una necesidad que implica ciertos problemas»: «La contribución de los trabajadores migrantes a nuestra economía es fundamental. Para España la migración es riqueza y prosperidad» https://t.co/h4P45QJTpb pic.twitter.com/LxG7RWwtik
— Europa Press (@europapress) August 28, 2024
«La inmigración no es un problema», ha dicho Pedro Sánchez, «sino una necesidad que implica ciertos problemas».
Dan ganas de preguntar «¿de qué problemas en concreto estamos hablando, señor presidente?». Porque quizá en la verbalización de ese problema que el presidente reconoce, pero sin entrar en detalles, está la clave de todo el asunto.
¿Estamos hablando de problemas tipo Molenbeek? ¿De problemas tipo Rotherham? ¿De problemas tipo okupación? ¿O de todos ellos juntos?
¿De qué problemas habla, señor presidente?