Señor Rivera

IGNACIO CAMACHO, ABC – 23/06/15

· Rivera es a Rajoy lo que Iglesias a Sánchez: el tipo que le disputa el voto útil pero le puede otorgar la Presidencia.

AlbertRivera representa para Mariano Rajoy el mismo problema que Pablo Iglesias para Pedro Sánchez: que siendo los tipos que le disputan el voto útil son al mismo tiempo los que les pueden dar la Presidencia del Gobierno. Rivera bebe también, sobre todo en Cataluña, en las fuentes electorales de la socialdemocracia, pero su facturación en este ámbito parece mucho más reducida; con razón o sin ella Ciudadanos se ha convertido en una alternativa razonable para los votantes de centro-derecha críticos o descontentos con el PP.

Ese es el marco mental dominante en la opinión pública, guste o no a los dirigentes del partido naranja, que tratan de mantener a costa de no poca ambigüedad su vocación tercerista capaz de forjar alianzas a ambos lados de su espectro ideológico. Aunque a Sánchez le encantaría pactar con ellos como Susana Díaz, la topografía social de sus votos indica que la sociedad los percibe como una versión pulcra y modernizada del proyecto regenerador desdibujado por la opacidad marianista.

Después de las municipales, en las que se ha merendado a la dividida UPyD, el flamante candidato presidencial de C’s ha pasado de Riverita a señor Rivera. Ha basculado sus apoyos con inteligencia intuitiva, incluso con exceso de prepotencia para subrayar su papel estratégico en la estabilidad institucional, pese a haberse quedado algo por debajo de sus acaso sobredimensionadas expectativas demoscópicas. El acuerdo en Andalucía le ha podido costar la decepción de muchos electores que no entienden el apoyo al desgastado y corrompido régimen socialista, pero era el precio a pagar por sostener la imagen de equilibrio táctico que persigue con su agudo sentido de la comunicación política.

Rivera quiere aparecer como un reformista responsable frente al rupturismo radical de Podemos y ese es en efecto su nicho de mercado electoral. Los resultados de mayo no le han alcanzado para disputarle al PP la hegemonía del sector liberal moderado, salvo que el marianismo se desplome solo como las murallas de Jericó. Sin embargo, lo proyectan como el hombre y el partido que pueden decidir el futuro Gobierno de España, y más a corto plazo como el dique constitucional frente al soberanismo catalán. Eso significa un salto cualitativo descomunal para un dirigente que hace un año apenas si era una promesa emergente que peleaba con Rosa Díez por abrirle rendijas al bipartidismo. El sugestivo Peter Pan casi inventado por la sociedad mediática como antídoto contra los extremistas de izquierda lleva hoy los pantalones largos de un traje de estadista.

Su esfuerzo por romper la etiqueta de bisagra minoritaria depende ahora en gran medida de la capacidad de recomposición del PP. Incluso aunque no lo logre ya ha conseguido convertirse en un estímulo, en una impronta. Basta mirar a los nuevos pretorianos de Rajoy para entender hasta qué punto tratan de imitarlo.

IGNACIO CAMACHO, ABC – 23/06/15