Rafaela Romero, EL PAÍS, 15/6/12
Es saber que el Gobierno municipal de Lasarte va a reconocer la condición de eminencia a Aiora Zulaika, Pirritx, y recorrerme un escalofrío de indignación. Y a pesar de tan desagradable sensación, me satisface moralmente tenerla porque significa que conservo la memoria. Mi recuerdo de Aiora Zulaika, Pirritx, no es de sus espectáculos infantiles junto a Porrotx. Mis recuerdos de Pirritx se concentran en el bochornoso espectáculo político que protagonizó en el año 2001. Concretamente un 20 de marzo de ese año, cuando la artista actuaba como concejal de Lasarte-Oria por la izquierda abertzale, y en el pleno convocado de forma extraordinaria, después que ETA asesinara con un tiro en la nunca a Froilán Elezpe, concejal socialista en Lasarte Oria. La artista que da vida a Pirritx, como concejal, se negó a condenar el asesinato de su compañero de corporación. La persona transformada en Pirritx se muestra sentimental y empática con los niños y niñas, pero en aquel pleno fue ella misma, al natural, sin maquillaje: fría, insensible, indolente y malvada; porque para mi es maldad la actuación de una persona que tras el asesinato de otra, ni lo condena, ni tiene un gesto humano de apoyo con la familia, compañeros y amigos del asesinado. La artista infantil y concejal compareció aquel aciago día bajo una actitud impasible, sin mostrar dolor o sentimiento alguno. Aquella mujer será en las próximas fiestas de Lasarte Oria homenajeada por el gobierno municipal, y lo será cuando todavía lleva en su conciencia esa actitud éticamente rechazable, impropia de una buena persona y de un buen demócrata.
La artista mencionada, a la que se presupone un alma que enamora los sentimientos de niños y niñas, demostró poseer un corazón insensible, inmune al dolor que provoco la violencia terrorista de ETA. La persona que se maquilla para hacer de Pirritx, no ha reconocido lo reprobable de su actuación, tampoco el daño que provoco con ese comportamiento. Al contrario, ha seguido adelante con su vida, recorriendo pueblos y ciudades vascas, triunfando, disfrutando del éxito, sin remordimientos, sin condenar la violencia, sin conciencia —o con su mala conciencia a cuestas— incluso solidarizándose de vez en cuanto, disfrazada de payaso, con aquellos que estaban en ETA. Si me permiten, creo que en una artista como ella debería primar la sensibilidad, esa que reina en el universo de los payasos, que son como un pequeño ejército de soldados de paz y sonrisas, cuya única arma es la felicidad y el consuelo que dan a nuestros corazones.
Pero yo puedo ser cómplice de un olvido injusto y perverso. Soy de las que pienso que hay que exigir el relato de lo sucedido pero también que hay obligación de sentarse a escribirlo y a contarlo. Por eso hoy quiero recordar lo ocurrido. Para que no se olvide. Para que no se les olvide, sobre todo a aquellos que ahora se permiten —tras un pasado truculento y bochornoso de justificación de la violencia— darnos lecciones de pacificación, generosidad y tolerancia. Hasta ahí podíamos llegar.
Los vascos queremos la paz. Y queremos construirla entre todos. Pero nuestro deseo de reconciliación social jamás podrá suponer la desmemoria o la perversión de la historia. La paz, el reconocimiento, la reconciliación y la tolerancia son trabajos pendientes de la sociedad vasca; prueba de que son necesarios es el hecho de que la persona que se transforma en Pirritx no haya aún mostrado solidaridad o rechazo por el asesinato de mi compañero Froilan Elezpe.
Tan grave como la actitud pasada y presente de la persona que hay tras Pirritx, es la decisión de ese homenaje, porque supone un premio a un recuerdo vergonzante de la historia democrática vasca: una concejala a la que se le supone demócrata, que se niega fríamente a condenar el asesinato de un vecino y compañero de corporación. Cierto es que el homenaje ha sido decidido por el Gobierno municipal de Bildu; pero tan cierto como eso es el hecho de que fue Jesús Zaballos, socialista, y el PSE-EE quienes ganaron las elecciones municipales en Lasarte-Oria. Y que, a pesar de ello, el PNV prefirió a Bildu para la alcaldía y aún hoy lo mantiene en la gestión ordinaria y extraordinaria del Ayuntamiento, junto con la Plataforma ciudadana. Ahora se muestran en contra del homenaje a Pirritx eta Porrotx, pero ese premio ha sido posible porque Bildu tiene la alcaldía y la tiene, como he dicho, gracias al PNV. Y eso no puede cambiarse, aunque podría arreglarse si el PNV apoyara una moción de censura en el Ayuntamiento de Lasarte Oria para que quien ganó las elecciones, Jesús Zaballos, recuperase el bastón de alcalde. Que no pongan ahora el grito en el cielo, porque de aquellos polvos, vienen estos lodos.
Que no se extrañen, porque de aquel espectáculo viene ahora este circo, desprovisto de alma, sentido y sensibilidad con la historia y con la memoria de las víctimas.
Rafaela Romero, EL PAÍS, 15/6/12