Batasuna parece haber decidido que no merece la pena esperar a Eta. El pasado lunes sus líderes veteranos presentaron los estatutos de Sortu que parecen impecables en su rechazo de todas las formas de terrorismo.
Es difícil decir quién está más abochornado por el notablemente firme rechazo de la violencia formulado en los estatutos del nuevo partido independentista vasco, Sortu (“nacer” o “crecer” en euskera, la lengua vasca): si los viejos amigos de Batasuna en ETA o sus viejos enemigos en Madrid.
Considerada hace tiempo como el instrumento político del grupo terrorista Eta, Batasuna disfrutaba del apoyo de muchos votantes vascos antes de que fuera prohibida en 2002. Los partidarios de la prohibición sostienen que ha obligado al movimiento nacionalista radical vasco a abandonar el terrorismo y ha permitido a la policía en los últimos años a paralizar la mermante capacidad operativa de Eta. Sin embargo, también es cierto que, desde finales de los 90, un grupo de líderes de Batasuna ha estado tratando de construir un proceso de paz siguiendo las líneas del irlandés y ha sido sistemáticamente frustrado por los duros de Eta. En el alto el fuego actual, anunciado el pasado mes de septiembre, Eta ha continuado tratando con desdén a sus antiguos aliados políticos. El grupo retrasó hasta el mes pasado la repuesta a la llamada de Batasuna para una declaración clara de la continuidad de la paralización e incluso entonces fracasó completamente al no coincidir con la redacción tranquilizadora que Batasuna había estado usando durante cuatro meses.
Batasuna parece haber decidido – uno podría decir que son alumnos lentos – que no merece la pena esperar a Eta. El pasado lunes sus líderes veteranos presentaron los estatutos de Sortu que parecen impecables en su rechazo de todas las formas de terrorismo. Se había creía que los estatutos serían vagos y ambiguos y que el gobierno español y los tribunales podrían declararlos tranquilamente insuficientes como para permitir al nuevo partido participar en las próximas elecciones municipales de mayo. Esto habría sido lo apropiado para una acosada administración del Partido Socialista (PSOE) de José Luis Rodríguez Zapatero, hostigada por el ascenso del Partido Popular (PP) en este y otros asuntos. El profundamente conservador y nacionalista español PP aborrece la idea de cualquier movimiento independentista vasco y acusa, sin pruebas, al presidente del gobierno, de haber llegado a un acuerdo con Eta.
Pero los redactores de los estatutos de Sortu parecen haber dejado tan clara la división entre el nuevo partido y Eta – la violencia de la organización es rechazada explícitamente en su texto – que analistas españoles bien informados dicen que no hay más opción que legalizar el nuevo grupo. Esto dejaría a Eta aislada y liberaría a muchos vascos que comparten el objetivo de Batasuna de la independencia pero que quieren conseguirlo con medios democráticos.
The Irish Times (Irlanda del Norte), 10/2/2011