Santiago González-El Mundo
Repitió cinco veces la misma metáfora boba: la gente versus «los mayordomos de los poderosos» y un par de veces más que ellos compran casas para vivir, no para especular, como De Guindos y el PP. Ni como Espinar, que ganó 30.000 euros con la venta de una VPO que no llegó a pisar, ni como sus suegros, de los que espera heredar cinco viviendas y un local comercial, todos para vivir; Verstrynge, animador de escraches, vive en cuatro viviendas y en una residencia de estudiantes. Su propio novio le mostró muy ufano a Ana Rosa su pisito de Vallecas, donde le gustaría seguir viviendo cuando fuera presidente, pero donde no vive desde hace años. Acabó de desnudarla una pregunta de Sonsoles Ónega: «¿Por qué saben que De Guindos compró el ático para especular y ustedes para vivir?».
Ahí se desmintió a sí misma con una caradura que, en la escala de Mohs, estaría entre el corindón y el diamante: «No he dicho tal cosa». Y ante el pasmo general, dio las gracias y se fue.
El sábado, esa pareja feliz convocó una rueda de prensa a trompa y talega para dar cuentas del chalé de La Navata y pusieron a las bases por testigas. No las convocaron para preguntar a los inscritos y a las inscritas si ellas debían renunciar al chalé, una tontería, pero coherente, sino si debían dimitir como secretario general y portavoz, amén de renunciar al acta. Un órdago para que las bases legitimen el capricho del chalé. O La Navata o caos. Y además en bloque: por el precio de uno tendrán dos, como dijo Felipe de Guerra en los 90, aunque luego dimitió para arrastrarlo en su caída. Iglesias debió incorporar la cláusula de prudencia en la alternativa: o si quieres que sigamos durante los próximos 30 años, que es el tiempo que necesitamos para pagar el préstamo.
El plebiscito es la campechanía de los totalitarios. Pinochet se acreditó como uno de los gobernantes más tontos de la Historia: convocó uno y lo perdió. Durante un tiempo pensé que los dirigentes de Posemos toman por imbéciles a los españoles que votan a otros partidos, pero no es cierto; piensan lo mismo de los suyos.
Recuerden los primeros tiempos de Posemos. Este mismo periódico describía en 2014 los hábitos low cost del eurodiputado Iglesias: no iba vuelo directo, sino a Frankfurt, para coger un autobús que le llevaba en tres horas a Estrasburgo. Se alojaban en un hotel de las afueras a 70 euros la habitación para dos y comía en el self-service por seis euros. Recuerden el publirreportaje de Carmena en el metro los dos primeros días, o montando en bicicleta ¡con zapatos de tacón!, de lo que hay constancia gráfica.
Todo populismo se debe más a los gestos que a la gestión y corrige hacia peor los vicios que prometía combatir. Creo haberlo escrito a la altura de su primer congreso en Vistalegre, en otoño de 2014: «Hablan en nombre de la gente y son gentuza. Despotrican de la casta y son castuza».