Rebeca Argudo-ABC
- No necesito ración extra de realidad, quiero fantasía y sueños, ideales de belleza, caras bonitas y cuerpos de escándalo
Me gustan las películas con gente guapa. No es que necesite que hasta los extras parezcan todos modelos de lencería (de la era prewoke, no de cuando a Calvin Klein le dio por ponerse superinclusivo), pero sí me gusta que el protagonista esté cañón y la chica tenga cintura de avispa y piernas larguísimas, y pelazo. Durante hora y media, quiero enamorarme de él y envidiarla mucho a ella. Y luego ya saldré a la calle, con mis preocupaciones cotidianas, y me cruzaré con mi vecino normal y pediré otro café largo a una camarera normal, y esperaré a que el semáforo se ponga en verde junto a un montón de gente muy normal con vidas normalísimas. También me gusta ver a gente guapa en los anuncios y en las campañas publicitarias. Me gusta elegir bikini fantaseando con la idea de que me quedará exactamente igual que a la morenaza de la foto. No quiero lorzas, ni estrías, ni rojeces. Eso ya lo veré en el espejo cuando me lo pruebe. No necesito ración extra de realidad, quiero fantasía y sueños, ideales de belleza, caras bonitas y cuerpos de escándalo. Así que me ha gustado mucho el anuncio de Sydney Sweeney para American Eagle. Los vaqueros le quedan de miedo, está guapísima, rubísima, delgadísima. Me encanta. Creo que podría ir a probarme unos e, incluso, comprármelos. Me da igual lo que cuesten y me da igual que no me vayan a quedar como a ella, que mi culo no se transforme en uno que desafía a la ley de la gravedad, que no me crezcan las tetas al instante, ni mi pelo sea más rubio y mis ojos más azules. Pero qué más da, si tampoco es eso lo que quiero. Solo quiero unos vaqueros nuevos y gente guapa en las fotos.
Por supuesto, muchos se han indignado y se han apresurado a hacérnoslo saber al resto. Y es que la campaña, además de mostrarnos a una rubia despampanante, lo hace bajo el eslogan «Sydney Sweeney tiene unos ‘jeans’ geniales». Una voz en off explica que «los genes se transmiten de padres a hijos y, a menudo, determinan rasgos como el color del pelo, la personalidad e incluso el color de los ojos» y la actriz dice: «mis ‘jeans’ son azules». Así que el jueguito de palabras (en inglés ‘jeans’ y ‘genes’ se pronuncia casi igual) ha sido suficiente para que, en lugar de tomarse con humor la ocurrencia, muchos hayan considerado que es intolerable porque, lo que podría parecer que dice, podría parecer que sugiere que sus genes son geniales porque es rubia, blanca, flaca y con ojos azules. Y eso sería supremacista, nazi, trumpista y propaganda eugenésica. Todo eso lo ha pensado alguien, muy enfadado, mientras veía a la Sweeney tumbada en vaqueros, cuando el resto solo podíamos pensar en que, madre mía, cómo se puede estar tan buena y que, ciertamente, tiene muy buenos genes y unos ‘jeans’ muy azules. ¿Y usted? ¿Qué ve? ¿Una nazi o una rubia guapísima? ¿Supremacía o belleza? Que quien no se indigna es porque no quiere.