EL MUNDO 16/08/16
ARCADI ESPADA
POCO ANTES de morir, tan prematuramente, el economista Julian Simon formuló su conocido pronóstico: «Las condiciones materiales de la vida seguirán siendo mejores para la mayoría de las personas, en la mayoría de los países, la mayor parte del tiempo, indefinidamente. No obstante, también creo que mucha gente seguirá pensando y afirmando que las condiciones de vida van cada vez peor». Desde que la leí, abriendo El ecologista escéptico, el famoso libro de Lomborg, la brillante y veraz paradoja de Simon se convirtió en uno de los lemas favoritos de mi escepticismo aprendido y, al mismo tiempo, en un inquietante misterio psicológico y sociológico. Ayer, donde Azpiroz, pensaba de nuevo en ella mientras escuchaba cómo Carlos Rodríguez Braun desmontaba las falacias estadísticas sobre el número de negros víctimas de la policía americana y las presuntas motivaciones racistas de la conducta policial. Mi compañero de tertulia decía, con buen criterio, que las impresiones periodísticas sobre el aumento de la violencia no se corresponden con la realidad: cada vez hay menos muertes y cada vez es menos justificable la acusación racista, aunque solo sea por el creciente número de negros que trabajan en la policía.