EL CORREO 06/05/14
CARMELO BARRIO BAROJA, PARLAMENTARIO VASCO DEL PARTIDO POPULAR
· Ante una primera tentación descalificadora en relación con el trabajo en el Parlamento vasco de la recientemente creada Ponencia de Autogobierno algunos hemos podido reflexionar y hemos llegado a una conclusión ciertamente estimulante, que unos párrafos más adelante trataré de explicar.
Es cierto que una vez más se percibía el impulso original de esta iniciativa parlamentaria como un suma y sigue a las obsesiones nacionalistas por buscar escenografías e imágenes de que todo se mueve hacia el insistente por reclamado marco imaginario abertzale de la independencia. Y está claro que eso era verdad. La ponencia cogió un impulso bajo un título de parte, ‘Ponencia sobre la actualización del autogobierno como expresión de la voluntad política del pueblo vasco’. Título tan confuso como falto de rigor, sobre todo porque quienes querían inicialmente esa ponencia tenían sus ojos puestos en Cataluña, en Escocia, en Irlanda del Norte o en Quebec y sus inestables procesos políticos.
Esa clave se ha confirmado y esperaremos a oír en sede parlamentaria a profesores y analistas de esas latitudes que vengan a enriquecer los conceptos que los vascos podemos conjugar sobre autogobierno.
Es decir, el inicio es tendencioso, seguir dando pasos hacia la obsesión nacionalista disfrazada de debate teórico, seguramente el desarrollo lo sea en esa dimensión, aparentar la construcción de una fórmula teórica para la secesión como ocurre en otros lados, pero con toda seguridad el desenlace será un jarro de agua fría a todas esas variables. Me atrevo a vaticinar diez conclusiones, como planteamiento previo, también teóricas, a los trabajos de la ponencia ‘de los 13’. Serán diez conclusiones de las que solo una me ha salido negativa y por ello la dejaré para el final.
No me cabe ninguna duda de que, una vez más los trabajos servirán por el peso de la razón para demostrar que la solución a nuestros problemas sigue residiendo en España y en Europa y que la Constitución española, unida al Estatuto de Gernika junto con los pasos hacia la unión política europea, serán el mejor contrapunto al retroceso histórico que reclaman los abertzales. En segundo lugar tampoco veremos descalificado nuestro modelo de foralidad, que es el ‘gluón’ que tiene nuestro autogobierno con la democracia española y con el sistema institucional constitucional. Destruir la foralidad supone destruir Euskadi y destruir Euskadi no me parece que entre en la hoja de ruta del PNV.
La tercera conclusión será ratificar que el País Vasco es, dentro del planteamiento de estructuras políticas subestatales, el lugar con más competencias políticas y más capacidades transferidas y descentralizadas del mundo.
Como cuarta tendremos que mirar a Europa. Los nacionalistas perciben que tras el asentamiento de la unión monetaria están decididos pasos hacia la unión financiera, bancaria y fiscal y ello acelera el proceso de unión política. El horizonte será la conformación de los Estados Unidos de Europa –por aventurar una denominación–. Y eso consolidará el mayor antídoto a los nacionalismos de la historia europea.
En el orden interno español el coste de la no-España, y de la noEuropa seguirá siendo, aquí la quinta conclusión, demoledor para las expectativas civiles, económicas y sociales vascas en un ámbito de separación y aislamiento.
Una vez más se podrá afirmar que la historia de Álava, Bizkaia y Gipuzkoa va íntimamente relacionada a la historia de España. No existen elementos diferenciadores. Sí existen singularidades y ese desarrollo histórico y cultural ha hecho que se enriquezcan mutuamente el todo con la parte. Las tradiciones vascas, el euskera, la foralidad son tan españolas como vascos son el castellano, el descubrimiento de América o la Constitución de Cádiz. ¿Qué nos diferencia de España salvo el raquítico planteamiento intelectual de Sabino Arana?
La séptima conclusión es que Escocia, Irlanda o Quebec no tienen nada que ver con Euskadi y Cataluña. Cada vez que viene un teórico de esos procesos nacionalistas se confirma que por factores históricos, religiosos, civiles o culturales los puntos de conexión son mínimos. Como octava conclusión, diríamos que se confirmará que cuanto más se acelera el teórico proceso de secesión más se acentúa el proceso de desintegración interna en el País Vasco. Es imposible que Euskadi como tal sea independiente porque Álava nunca lo permitirá. Y la novena conclusión es que vivimos, gracias a Dios, en una democracia y podemos perder el tiempo incluso en pasar horas y horas en el Parlamento vasco hablando sobre las obsesiones nacionalistas y sobre quimeras y mitos que nos sumergirían en mayores incertidumbres.
La décima conclusión es la del ‘mal rollo’. El PNV y Bildu permitirán que la gran clave de la ponencia sea interceder para que Otegi, el amigo de ETA, se pasee por la Cámara, dé un mitin y refuerce sus expectativas en torno a la Lehendakaritza. Esa será la otra cuestión. Una pena.