Iñaki Zaragüeta, LA RAZÓN, 4/5/12
Trabajo tiene. A ver cómo se las arregla para hilvanar lo conveniente con lo posible. Me refiero a las palabras de ayer del presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, «será preciso … la eliminación de duplicidades innecesarias, de solapamientos indeseables; con supresión incluso de entidades y organismos que no resistan una prueba objetiva de utilidad o cuyo coste resulte desproporcionado para los ciudadanos». Estaba refiriéndose a la proliferación de organismos e instituciones en nuestro actual sistema.
Por más que se apresurara a puntualizar que, en modo alguno, se trata de «desandar el camino de la configuración autonómica del Estado», es pensamiento generalizado que el modelo de las autonomías pudo ser un acierto, pero del mismo modo su desarrollo ha podido contener errores.
No sé si para mayor escarnio, Rajoy lo proclamó en el Consejo de Estado, cuya imagen se asemeja más a una bonoloto vitalicia que al propósito de los constituyentes. ¿Estaba anunciando a sus miembros un futuro menos prometedor?
Por si no bastara con un CE, cada comunidad ha instaurado el suyo, donde se refugian más premiados que expertos. Pienso que conviene un retoque a nuestro mapa institucional. El problema es si ello es posible con el camino recorrido en estos 35 años. Alguien mantenía que «la política es el arte de aplicar en cada época lo que las circunstancias hacen posible». Podría estar vigente. Si Rajoy se ha atrevido a apostatar de principios haciendo posible lo que su programa presentaba como imposible, nada debería frenarle si lo cree conveniente. No sé si los españoles le perdonarán lo que está haciendo. Desde luego la desaparición de esa especie de cementerios de elefantes y similares, sí. Así es la vida.
Iñaki Zaragüeta, LA RAZÓN, 4/5/12