IGNACIO CAMACHO-ABC
- Leyes tumbadas, grescas diplomáticas, presupuestos sin presentar, legislatura en suspenso. Política de progreso
Estaba leyendo. En un teleprompter. Esos ojos fijos que se le ponen a uno cuando graba delante de un texto. Y el texto que leyó Yolanda Díaz en su vídeo de apoyo al reconocimiento del Estado palestino decía, como conclusión enfática, Palestina será libre «desde el río hasta el mar». El eslogan antisemita que predica la liquidación física del Estado de Israel. Lo pronunció con una pausa retórica entre «libre» y «desde», para recalcar bien el mensaje.
Ayer rectificó. Que quería decir «Palestina e Israel». Que se trataba de dos Estados entre el río (Jordán) y el mar. Que ella es «una persona afectuosa» en cuyos sentimientos no cabe postura «antisemitista» (sic) alguna. Que cómo podía alguien pensar tal cosa. Los que lo habían pensado, además de todos los que vieron el vídeo, eran los portavoces del Estado de Israel, que así lo dijeron antes de tomar una represalia inmediata prohibiendo que el consulado español en Jerusalén atienda a los palestinos de Cisjordania. Y de paso llamaron «ignorante» y «llena de odio» a la vicepresidenta tercera, de quien por el momento se desconoce si habrá cambiado de escribidores.
La que no leía era la ministra de Vivienda, Isabel Rodríguez, cuando ayer en Onda Cero respondió a la oposición de Sumar a la ley del Suelo acusando a Íñigo Errejón de «absoluta ignorancia propia de quien no ha pisado jamás un ayuntamiento». No hablaba de la oposición, culpable de oficio de todos los males que afligen o puedan afligir al Gobierno. Esa gente que desconoce el planeamiento urbanístico porque no ha gestionado ni una triste concejalía dirige en el Gabinete de coalición cinco ministerios.
Tercer ministro en líos. Óscar Puente, titular de Transportes en los ratos que le deja libre su afición a la red social X, antes conocida como Twitter. «Si hubiera sabido las consecuencias de mis palabras nunca hubiera dicho que Milei consumía sustancias». Se supone que hay que convalidar esa frase como una petición de disculpas, aunque muchos ciudadanos y analistas sospechan que se trató de una declaración premeditada en vísperas de la visita del mandatario sudamericano a España. Las consecuencias consisten en una crisis política inédita con Argentina –dos mil quinientas empresas españolas allí instaladas–, con salpicaduras a la reputación de la esposa del presidente y un formidable estruendo en la escena diplomática.
Todo esto en tres días, más una ley tumbada en el Parlamento y otra retirada por falta de mayoría para aprobarla. A cinco fechas de la aprobación definitiva de una amnistía que según Felipe González en ‘El hormiguero’ significa la voladura del Estado de derecho. Y sin que el Ejecutivo haya presentado –obligación constitucional– los Presupuestos. Con la legislatura en suspenso, pendiente del regreso de un fugado al extranjero. Muy optimista hay que ser para llamar a esto un Gobierno. Y aún más para tomarlo en serio.