Ramón Pérez-Maura-El Debate
  • No había más forma de actuar que cortarle cada vez que se ponía a hablar del mar y los peces y no de lo que se le preguntaba. Y la única respuesta de Sánchez era el «y tú más». Él quería hablar de la corrupción pasada del PP. Pero eso no tocaba.

Como son mentirosos compulsivos, si en la Moncloa hubieran salido a decir que la intervención de Sánchez en la comisión del Senado podría haber salido mejor, hubiera creído que les había ido muy bien. Pero se precipitaron a decir que Sánchez salía «sin arañazos» y que esperaban que el senador del PP Alejo Miranda hubiera ido mejor preparado. Es decir: que Miranda los arrolló. Esto es como cuando decían que el informe de la UCO certificaba que en el PSOE no había contabilidad B cuando no se hablaba de eso ni una palabra. Se hablaba de las correrías de Ábalos. Y el Equipo Nacional de Opinión Sincronizada repetía como papagayos el mensaje de Moncloa: que la UCO les exculpaba. Falso.

Ayer vimos la verdadera cara de Sánchez: un mentiroso compulsivo que intentaba emplear las tácticas filibusteristas propias del Senado norteamericano. Es decir, rellenar el tiempo disponible hablando de cualquier cosa para dejar sin tiempo a tus contrincantes.

Creo que la impresión que hemos sacado muchos de quienes hemos seguido las comparecencias en directo ha sido muy otra. Como era previsible, el papel del presidente de la comisión, Eloy Suárez Lamata, fue clave. Logró enfrentar a Sánchez a lo que es un verdadero control parlamentario. Al que básicamente le sometieron solo dos senadores. La de Unión del Pueblo Navarro, María Caballero y el del PP, Alejo Miranda de Larra, descendiente de don Mariano José. Los dos cercaron a Sánchez, cuyo único mérito fue no perder completamente la compostura. No había más forma de actuar que cortarle cada vez que se ponía a hablar del mar y los peces y no de lo que se le preguntaba. Y la única respuesta de Sánchez era el «y tú más». Él quería hablar de la corrupción pasada del PP. Pero eso no tocaba.

Ayer tocaba hablar de la abrumadora corrupción de este PSOE. No hacía falta recurrir a los ERE o al caso Juan Guerra, que comparado con el momento presente es casi como de colegio de Ursulinas. Y aunque Sánchez siempre sacara tramas del pasado, yo le hubiera dicho: «Sí. Supongamos que esa corrupción del PP de la que habla sea cierta. Pero eso no empecé el caso que tenemos hoy aquí. Así que responda a lo que le pregunto.»

Con su truco de decir una mentira cada vez más grande para ocultar la realidad, repitió varias veces que el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero y el suyo son los más limpios de la historia. Con un par y la bandera de Tafalla. Pero claro, esa mentira para quien solo ve Televisión Española es una verdad evidente. Quien solo tiene esa fuente de información está entregado a la gran mentira con la que intentan controlarnos.

Ni siquiera al senador de Junts Eduard Pujol, le respondió a una pregunta muy evidente, la de si pondría las manos en el fuego por el PSOE. Y eso que, aunque dijera que sí las pondría y fuese una mentira, no sería posible perseguirle por esa falsedad en concreto.

El interrogatorio de Miranda fue arrollador. No hubo forma de que Sánchez le dijera si se avergüenza de Koldo, Ábalos y Cerdán, el presidente dijo no conocer a Aldama mientras Miranda exhibía foto de ambos juntos, no hubo forma de que contestara a la pregunta reiteradamente formulada de si su hermano vivía en Elvas. Ahí era difícil escapar sin mentir porque no podía residir simultáneamente en Elvas y en la Moncloa, gracias a la generosidad de Sánchez. Y mentir en eso le podía llevar al banquillo.

En la desfachatez más absoluta, después de lo que sabemos todos los españoles, Sánchez tuvo el valor de afirmar que «Me repugna la prostitución». Cuando el dinero de los prostíbulos le mantenía y financiaba sus campañas electorales, la prostitución parecía repugnarle un poquitito menos.

Yo creo que este 30 de octubre en el Senado fue un gran día porque se demostró que se puede someter a control a políticos mentirosos que tienen que emplear a más de 900 asesores para buscar trucos retóricos con los que escapar de las verdades del barquero. Dicho lo cual, la degradación de nuestra democracia lleva a que practicar el filibusterismo y faltar a la verdad pueda no quitarte ni un voto.