Eduardo de Rivas-El Debate
  • Colocar a Illa sería tan malo para España como inteligente para los intereses del actual presidente, pero para hacerlo tendría que sacrificar su ego

El presidente del Gobierno está en la cuerda floja. Lo saben hasta los más fieles y la maquinaria de Moncloa está tratando de encontrar la forma de llegar al verano para que, con el calor y la playa, se olvide la corrupción que salpica al PSOE. Lo que no tienen en cuenta es que hay muchos españoles que no se pueden ir de vacaciones mientras la cúpula cercana a Sánchez ha estado disfrutando durante años de áticos, comilonas y señoritas a costa de nuestros impuestos.

Salir maquillado ante la prensa y pedir perdón después de estar cuarenta y tantos días sin contestar una sola pregunta no basta ante el escándalo que estamos presenciando. Y en Moncloa son muy conscientes, tanto que podrían estar incluso tanteando a Illa para que suceda a Sánchez sin que haya elecciones de por medio. Sería de un cinismo exacerbado que una persona a la que se le llena la boca con la militancia colocara a dedo a un sucesor sin primarias ni urnas de por medio. Pero si Santos Cerdán ordenó trucar las primarias de 2014 para que ganara, cualquier cosa es posible.

Ese movimiento sería tan malo para España como inteligente de cara a los intereses del actual presidente. España se quedaría con un nacionalista catalán que todavía no se ha quitado la careta, que tragó con la amnistía después de negarla y que permitiría un referéndum a cambio de quedarse con Moncloa. Sánchez, por su parte, colocaría a una persona de su máxima confianza que todavía tendría dos años por delante para recuperar el voto de los suyos, se garantizaría la protección del Gobierno en los casos judiciales que envuelven a su entorno e incluso el rechazo de una mayoría de izquierdas a un suplicatorio si se ve salpicado por el caso Cerdán. Eso sí, tendría que sacrificar su ego y asumir que dejaría de ser el presidente, por mucho que manejara los hilos desde la trastienda.

Lo que está claro es que los días de Sánchez están contados, sea de una manera o de otra. Si opta por echarse a un lado, dejará de estar en el Gobierno. Y si aguanta los dos años que le quedan, cada día en Moncloa se convertirá en un infierno y el PSOE conseguirá el resultado más bajo de su historia en unas elecciones. Si hoy solo el 52 % de los socialistas repetiría su voto, cómo serán las cifras cuando conozcamos todo lo que no sabemos todavía de la corrupción. Por algo el PP aventaja al PSOE en 40 diputados y PP+Vox suman casi 200 escaños. Solo falta que lo aprovechen.