- El presidente aparecerá como el guardián del bienestar de los españoles, atento a las voces que vienen desde abajo, incluidos los presidentes regionales y las oposiciones
La baza que tenía el nuevo PP era el presentar un programa económico de alivio de la presión fiscal que mejorase la vida cotidiana, y que incentivara la inversión. Por lo demás, Feijóo pensaba conservar las líneas maestras económicas sobre gasto público y la instalación de las energías renovables; esto es, la economía verde dirigida por el Estado. Entonces, si Sánchez baja impuestos se acabará el proyecto de Feijóo antes de nacer.
Admitida la bondad del modelo socialista, salvo la fiscal, el PP de Feijóo prometía: “lo haremos bien”, tal y como reza el lema de su congreso nacional. La idea era ofrecer una mejor gestión de lo público y dejar libertad en lo privado, aunque no tanta como para molestar a los progresistas.
Ahora Sánchez se deja hacer, finge que cede a los presidentes autonómicos y se coloca por encima de ellos. Su rúbrica sobre un acuerdo general de intenciones deja a su voluntad la decisión final, dándole poder y autoridad ante la opinión pública. No es tonto. Nadie se acordará de lo que sugirió Feijóo, ni de lo que propuso tal o cual presidente. Lo que quedará es que gracias a Sánchez se bajan los impuestos.
El presidente aparecerá como el guardián del bienestar de los españoles, atento a las voces que vienen desde abajo, incluidos los presidentes regionales y las oposiciones. Sánchez se presentará como el salvador, el hombre con sensibilidad social capaz de congelar su programa ideológico para salir de “la crisis provocada por Putin”. No subestimen nunca a un político disfrazado de actor.
La expansión del PSOE hacia el centro si baja los impuestos, y la solidez del partido de Abascal, pueden congelar al PP por debajo del 25%.
¿Qué puede ofrecer el PP de Feijóo a los electores de centro si Sánchez baja los impuestos? Si el presidente reduce el precio del gas, de la electricidad, los hidrocarburos y el IVA de los productos básicos alimenticios, y promete volver al plan fiscal de “reparto de la riqueza” una vez pase la crisis, no quedará espacio programático para el PP. Es más; Sánchez parecerá un estadista, un hombre responsable apegado a la realidad, y el resto un grupo de idealistas y demagogos.
El asunto se presenta complicado para el nuevo PP. Despreciada la batalla cultural para que la haga Vox, y centrado en ganarse al votante moderado, incluido el del PSOE, solo le quedaba la gestión. Los socialistas no bajan del 25% de intención de voto, y van subiendo, pero el PP no llega a esa cifra por errores propios y aciertos de Vox. La expansión del PSOE hacia el centro si baja los impuestos, y la solidez del partido de Abascal, pueden congelar al PP por debajo del 25%.
Una mejor administración puede ser una propuesta seductora de la oposición si el Gobierno se empeña en apretar a la gente con impuestos ideológicos. Pero no parece así. Podemos ya ha dicho que está de acuerdo en bajar la fiscalidad mientras sea proporcional y dure la crisis. Esto significa que lo van a hacer, y arrebatarán al nuevo PP su único discurso, el económico.
Sería conveniente una ponencia política en el Congreso nacional del PP, que está a la vuelta de marzo, y que los populares se inventen algo que añadir al programa de gestión con la resurrección de las glorias marianistas
Nadie se acordará después de la comisión de expertos que pedía tasas verdes, subir los impuestos a los combustibles, ajustar cuentas con las grandes fortunas y una armonización fiscal al alza para recaudar 15.000 millones de euros. Lo hará Sánchez, y además dirá que tiene el respaldo de la Unión Europea, con lo cual se presentará como la única solución posible.
La combinación del relato y la acción gubernamental, en el marco de la “guerra de Putin” y la crisis económica, va a acogotar al PP. El sanchismo pedirá “sentido de Estado” para reforzar su posición y deslegitimar a los populares, a los socios de “la extrema derecha”, de ese Vox antieuropeísta y antisocial.
Sería conveniente una ponencia política en el Congreso nacional del PP, que está a la vuelta de marzo, y que los populares se inventen algo que añadir al programa de gestión con la resurrección de las glorias marianistas.
¿De verdad no tienen nada que decir sobre el feminismo de la discriminación positiva? ¿Algo acerca del ecologismo que nos hace dependientes de dictaduras? ¿Y sobre la separación de poderes y la igualdad de los españoles ante la ley? ¿Ninguna idea de cómo mejorar las instituciones de la democracia, visiblemente deterioradas por el huracán totalitario de Sánchez? ¿Cuál es el futuro del Estado de las Autonomías? ¿Cuándo vamos a poner el 2% del PIB para Defensa? A uno le gustaría saber que vota algo más que a un gestor del despilfarro heredado.