El debate en la Eurocámara es el traslado de la división en el panorama político español desde el olvido del Pacto Antiterrorista. Hoy lavamos nuestros trapos sucios en el escaparate de Estrasburgo. Según Batasuna, Europa acepta la existencia de un «conflicto político», ergo ETA tenía razones para matar. Batasuna ha conseguido, sin condenar la violencia, pisar moqueta en las instituciones europeas.
El registro de las herriko tabernas, por orden judicial para liquidar los bienes de Batasuna, y la confirmación del procesamiento de Otegi y otros cuarenta imputados por pertenencia a ETA, en vísperas del debate en Estrasburgo, ha caído como un mazazo en el entorno de la banda terrorista, que viene exigiendo que las leyes deben adaptarse a la voluntad del pueblo vasco, y no al revés. Estas circunstancias, añadidas al dato intranquilizador del robo de trescientas cincuenta pistolas y revólveres en Francia, aportarán elementos de crispación a la polémica sesión parlamentaria.
El debate de esta mañana en la Eurocámara, dejémoslo en que se trata de un traslado, aunque desde el entorno de ETA se ha venido en denominar la «internacionalización del conflicto». Y es, en efecto, un traslado de la división que subyace en el panorama político español desde que, en esta legislatura, el Pacto Antiterrorista, aunque no se ha derogado, descansa en el baúl de los recuerdos. No nos vamos a Europa, en efecto, porque seguimos en Europa, como gusta puntualizar al entorno del presidente Zapatero, pero, como dirían nuestras clásicas, hoy lavamos nuestros trapos sucios en el escaparate de Estrasburgo.
Ya fue bastante sucio, de entrada, que el presidente Zapatero anunciara el comienzo de negociación con ETA sin contar, previamente, con el apoyo del principal partido de la oposición. Y bastante sucio es que los dos principales partidos de España no hayan logrado acordar haber ido juntos a explicar qué está ocurriendo aquí desde que ETA anunció su alto el fuego. Así es que se traslada la división a un Parlamento, que por cierto no tiene otra competencia en este asunto que la de asistir al espectáculo, aunque no es un secreto a voces reconocer que el presidente confía en que, si el Parlamento Europeo da un «espaldarazo» a su proceso de paz, los inmovilistas del entorno de ETA se ablanden.
Desde las bases socialistas (las que no tienen que votar en los parlamentos hablan, ¿vaya que si hablan!) temen que la obsesión de dirigentes como José Blanco por evidenciar «la soledad del PP» puede jugarle una mala pasada al Gobierno. Sea como fuere, el hecho de que Batasuna insista en que el debate ya está en la agenda europea (en la misma agenda en la que sigue sin constar el desmarque del grupo de Otegi de la violencia terrorista) debería dar qué pensar en torno a dos reflexiones. Una, que Batasuna sostiene que, con el gesto de hoy, Europa acepta la idea de la existencia de un «conflicto político» en Euskal Herria ergo ETA tenía sus razones para matar. Dos, que Batasuna ha conseguido, sin condenar la violencia, pisar moqueta en las instituciones europeas.
Que después de haber sido incluida en las listas internacionales como organización terrorista, no me negarán que el cambio, para la consideración del entorno de ETA, ha ido a mejor.
Tonia Etxarri, EL CORREO, 25/10/2006