EL MUNDO 01/11/13
· Los presos de la ‘vía Nanclares’ temen que la sociedad no comprenda sus «esfuerzos»
· El fiscal del País Vasco defendió en la cárcel la importancia del perdón a las víctimas
Los presos de ETA que en su día rompieron con la disciplina de la banda terrorista y se incorporaron al programa de reinserción impulsado por el anterior Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero (PSOE), la denominada vía Nanclares, temen que la sociedad no comprenda su «esfuerzo» y que, cuando queden en libertad, sigan siendo unos asesinos a ojos de la ciudadanía. Les preocupa que, ante la opinión pública, ellos que sí han reconocido el daño causado y que se han reunido con las víctimas sean recibidos con la misma hostilidad que, por ejemplo, Inés del Río, que en 26 años de cárcel nunca renegó de su sanguinario historial.
Esta queja surgió de manera espontánea el pasado miércoles por la tarde en una charla de dos horas que el fiscal superior del País Vasco, Juan Calparsoro, mantuvo con varios ex miembros de ETA y otros presos comunes, unos 40 en total, del conocido como «módulo de respeto», el de los reclusos que presentan mejor comportamiento y duermen con la puerta de la celda abierta. El encuentro, apenas unos días después de que Calparsoro se resistiera a llamar terrorista a Inés del Río y luego tuviera que rectificar, se produjo en la cárcel de Zaballa (Álava), el nuevo emplazamiento del viejo penal de Nanclares de la Oca que da nombre al programa de reinserción, que quedó bloqueado con la llegada del PP al Gobierno en 2011 y que sólo ha continuado porque la Audiencia Nacional ha seguido dando permisos a reos como Valentín Lasarte.
Históricos como José Luis Urrusolo Sistiaga, Kepa Pikabea y Joseba Arizmendi Oiartzabal –pareja de la también arrepentida Idoia López Riaño (La Tigresa)– estaban puntuales en el auditorio a las cinco de la tarde del miércoles, así como mediadores penales y funcionarios, y responsables de Prisiones. El fiscal, que ya ha visitado con anterioridad otras cárceles para escuchar a los presos aunque nunca ninguna otra con el simbolismo de la alavesa, habló a los penados de «la necesidad de reconocer el daño causado y de pedir perdón». El perdón, les dijo, no sólo tiene connotaciones morales o religiosas, sino que es un «valor jurídico» que en el Código Penal abre la puerta a la reinserción.
Escuchada esta reflexión, tomó la palabra uno de los reclusos que rompió con ETA y sí dio el paso de pedir perdón. Planteó la «dificultad» de que la sociedad conozca esos avances que a ellos les han valido la etiqueta de traidores dentro del colectivo de presos de ETA. «Todo el esfuerzo de reparación moral no llega a la sociedad. Vamos a tener esa etiqueta [de asesinos, de terroristas] siempre», afirmó el improvisado portavoz del grupo de presos arrepentidos, según las palabras que reconstruye uno de los asistentes al encuentro. Tras él, el novio de López Riaño apostilló que haría llegar al fiscal una carta de la antigua dirigente de ETA, que no pudo acudir.
El fiscal animó a todos los presos –no sólo a los de ETA– a no resignarse y a continuar en el camino de la reinserción. Volviendo al reciente ejemplo de Inés del Río, Calparsoro sí les dijo que «si se hubiese arrepentido, quizás la reacción social [ante la excarcelación] habría sido distinta».
El fiscal calificó de «muy positivo» el encuentro y aspira a repetirlo en las otras dos cárceles vascas, la de Basauri (Vizcaya) y la de Martutene (Guipúzcoa). La cita había generado especial interés en el País Vasco porque llegaba en una semana muy complicada para Calparsoro, ya que el fiscal general del Estado, Eduardo Torres-Dulce, le obligó a rectificar sus palabras sobre Inés del Río –«me resisto a llamarla terrorista o asesina porque lo ha sido sin duda, pero ya no lo es»–. Calparsoro pidió perdón a las víctimas y, en su charla de Zaballa, hizo un alegato a favor del principio de legalidad: «Los fiscales no somos Teresa de Calcuta. Si estáis aquí presos, es por nosotros».