El PNV fue decisivo para que Zapatero pudiera sacar adelante sus últimos Presupuestos, cuando ya gobernaba en Euskadi Patxi López con el apoyo del PP. No se entiende ahora la excusa de los nacionalistas para no apoyar el plan de ajuste «mientras siga el acuerdo entre el Partido Socialista y el Partido Popular». El PNV ha comenzado la campaña para las municipales y locales.
Tras el revés parlamentario sufrido la pasada semana, José Luis Rodríguez Zapatero ha puesto en marcha el reloj en dos tiempos. Le espera un duro camino hasta que en diciembre tenga que volver a someter sus Presupuestos de crisis a la consideración del Congreso de los Diputados. Ahora que está probando las hieles de la soledad, sabe que la búsqueda de nuevos apoyos no le va a resultar tarea fácil.
Pero antes de que venza el plazo de los siete meses, le espera una nueva cita: deberá presentarse ante la clase política del país, en el debate del estado de la nación que se celebrará a mediados de julio, con algún as en la manga para poder dar un vuelco a su falta de credibilidad y a su caída libre en los sondeos de opinión, cuando la petición de dimisión se está extendiendo como una mancha de aceite. La amarga victoria de la aprobación del plan de ajuste, la semana pasada, con la diferencia de un solo voto, ha dejado al presidente sumido en el aislamiento más descarnado de los que se le conoce como jefe del Ejecutivo.
Quien tuvo a gala rodearse del amplio espectro radical y nacionalista en la pasada legislatura, para marcar al Partido Popular con un «cordón sanitario», sufre ahora el vuelco provocado por su falta de reacción y conocimiento de la grave crisis que padecía Europa. Y la soledad de Zapatero ha quedado aún más en evidencia cuando el Partido Nacionalista Vasco decidió soltarle la mano la pasada semana, después de haberlo mantenido durante dos ejercicios consecutivos.
El PNV fue decisivo para que Zapatero pudiera sacar adelante sus Presupuestos. Y como ya entonces gobernaba en Euskadi Patxi López con el apoyo del PP de Basagoiti, no se entiende ahora la excusa de los nacionalistas al justificar su negativa a apoyar el plan de ajuste «mientras siga el acuerdo entre el Partido Socialista y el Partido Popular». Dicho acuerdo ya funcionaba el pasado fin de año y esa circunstancia no supuso ningún obstáculo para que el PNV le echara un cable a Zapatero a la hora de aprobar sus Presupuestos.
Su presidente, Iñigo Urkullu, pues, se pondrá poner estupendo, pero este ‘pendulazo’ de su partido despide cierto aroma de campaña electoral. Las razones de toda la oposición para no secundar las medidas del presidente del Gobierno son perfectamente comprensibles. Nadie quiere asumir la carga de la responsabilidad de la congelación de las pensiones de los jubilados. Medida impopular donde las haya, desde luego. Pero el PNV, en vez de mostrar la habilidad de CiU, cuyo portavoz, Josep Antoni Durán i Lleida, pronunció el discurso más duro de la Cámara para amagar, después, con su abstención -ayer calificó a Zapatero de «cadáver político-, prefirió dar un giro de 180 grados.
De su voto favorable a la aprobación de los Presupuestos ha pasado por encima de la abstención para instalarse en el ‘no’. Han empezado la campaña para las municipales y locales en el PNV. No es casualidad que, desde los órganos de poder del partido jeltzale, se empiece a reclamar la derogación de la Ley de Partidos, para facilitar el acceso del entorno de Batasuna a las próximas listas electorales, o sigan queriendo desgastar al Gobierno de Patxi López como principal obsesión en lo que queda de curso político.
En Euskadi todavía existen muchos sectores nacionalistas que hablan de ‘pucherazo’ al referirse al acuerdo parlamentario suscrito por socialistas y populares que facilitó la gobernabilidad al partido socialista en Ajuria Enea. Son los mismos que callan cuando sale a relucir la situación de Álava, gobernada nada menos que por la tercera fuerza política, el PNV. En medio de este clima inestable, el sondeo del Gobierno vasco, el Sociómetro que dirige Víctor Urrutia, ha arrojado una aceptación del Ejecutivo, sobre todo porque el Partido Popular experimenta un repunte y el único dirigente de los partidos mayoritarios que se sitúa por encima de la media resulta ser Antonio Basagoiti.
El dirigente popular tiene tan asumido que su apoyo al Gobierno de Patxi López es lo que necesita Euskadi que se aventura a apostar por la continuidad del pacto. A pesar de Rodríguez Zapatero. A pesar del interés del PNV en quebrar esa alianza . «Mientras el Gobierno vasco siga cumpliendo con su compromiso de deslegitimar a los terroristas y sus cómplices y devolver la dignidad a las instituciones democráticas, no habrá tsunami económico que pueda arrasar con el espíritu de nuestro pacto de gobierno». Se trata de un mensaje clarificador y contundente en un momento en el que el PNV exhibe como enseña de todos los males la alianza del Partido Popular con los socialistas vascos.
El Partido Nacionalista Vasco no sólo apoyó a Zapatero en sus Presupuestos desfasados -calificados así por el vicepresidente dimisionario Pedro Solbes-, sino que en todas sus iniciativas legislativas los nacionalistas votaron a favor. Su giro, pues, ha sido tan descarado que ni con el paso del tiempo puede explicarse de otra manera que no sea la motivación electoral. El Partido Popular vasco seguirá apoyando a Patxi López en lo fundamental. Y en los despachos de Madrid, con el Sociómetro en la mano, la dirección del PP empieza a admitir que Basagoiti ha logrado sacar al Partido Popular del pozo en donde se había metido.
Tonia Etxarri, EL CORREO, 31/5/2010