Isabel San Sebastián-ABC
- Se diría que hay quien trata de eliminar a una eventual sucesora, aunque con el mismo disparo se pegue un tiro en la sien
Lo que está haciendo la dirección del PP con Isabel Díaz Ayuso sería digno de quintacolumnistas infiltrados en el sanedrín popular para servir a la izquierda o la derecha extrema, a juzgar por lo lesivo que resulta el desafuero para los intereses legítimos del primer partido de la oposición.
Las últimas encuestas electorales ya reflejan un retroceso de los populares a escala nacional, que cualquier analista riguroso vincula a la guerra civil desatada en la Comunidad de Madrid. Me refiero a los sondeos fiables; no a los de Tezanos, cuyos manejos en beneficio del PSOE pagamos con nuestro dinero.
Otros institutos serios, como GAD3, señalan un repunte de los socialistas con respecto al barómetro de junio, una subida significativa de Vox y la pérdida de casi veinte escaños para la bancada de la gaviota, achacable a ese enfrentamiento cainita incomprensiblemente alentado por los responsables de garantizar que los engranajes funcionen. ¿Se consigue tal propósito poniendo palos entre las ruedas? Porque ese es exactamente el proceder del secretario general, García Egea, y del propio líder, Casado, cuando intentan impedir que Ayuso presida el Partido Popular de Madrid, tal como hacen Alberto Núñez Feijóo en Galicia o Moreno Bonilla en Andalucía. ¿Qué tienen ellos que a ella le falte? ¿En base a qué oscuros temores, envidias, prejuicios o inseguridades se niega a la presidenta de la locomotora de España lo que se da por supuesto en otras regiones?
Dejo al margen de esta pugna al alcalde, Martínez Almeida, porque tengo para mí que lo han metido en la refriega en contra de su voluntad, a fin de dar verosimilitud a un duelo inexistente entre dos grandes figuras. No es él quien aspira al cargo, sino otros los empeñados en que ella no lo ejerza. Ella, que conquistó en plena debacle popular la joya de la corona territorial y revalidó su mandato dos años después, con una holgada mayoría que liquidó a Ciudadanos, infligió una severa derrota al socialismo y sacó del tablero a Iglesias. Ella, enemiga mortal de Sánchez y su Gobierno Frankenstein por defender la libertad y las bajadas de impuestos en lugar de cerrar negocios y esquilmar nuestros bolsillos. ¿Acaso no se ha ganado el derecho a dirigir el partido que condujo a esas victorias? ¿Y no es razonable argüir que cuanto antes empiece a organizarlo a su manera, antes lo preparará para librar la batalla municipal y autonómica a la que habrá de hacer frente en 2023?
Pensando mal, que en política es el mejor modo de acertar, se diría que hay quien se cura en salud por si no es capaz de vencer, tratando de eliminar a una eventual sucesora, aunque con el mismo disparo se pegue un tiro en la sien.