ISABEL SAN SEBASTIÁN-ABC
- Para hacer presidente a Sánchez, los españoles hemos dejado de ser iguales ante la ley, la enseñanza y el fisco
Este 2024 no es un año cualquiera. Difiere de cuantos hemos conocido hasta ahora en que España se enfrenta a desafíos determinantes para su propia existencia, que en esta ocasión no proceden de fuerzas periféricas minoritarias, sino del epicentro del poder. Por vez primera en la historia es el propio Gobierno quien pone en cuestión los pilares sobre los que se asienta la nación, lo cual dibuja un escenario sin precedentes.
Salvo giro imprevisible del calendario político, empezaremos por asistir a la mayor humillación sufrida por una democracia occidental a manos de una banda de golpistas. Porque eso exactamente es lo que significa la amnistía que se otorgará a Puigdemont, Junqueras y demás participantes en la asonada perpetrada en 2017 en Cataluña. El estado de derecho se arrodillará ante quienes intentaron doblegarlo por la fuerza, renegará de su propia legitimidad y pedirá perdón a sus agresores, antes de reintegrarlos con honores en la vida pública, a fin de hacer posible la permanencia de Pedro Sánchez en esa poltrona idolatrada a la que sacrifica su dignidad y la nuestra. Por esa misma razón suprema terminó el 2023 entregando Pamplona a Bildu, lo cual es tanto como mofarse de cuantos navarros mató ETA precisamente con el objetivo de hacer realidad la ensoñación separatista a la que llaman «Euskal Heria», inviable sin la comunidad foral. Las mismas víctimas cuyos asesinatos jamás condenaron los ediles agraciados ahora por el PSOE con mando en plaza. Nunca un partido que se dice defensor de la Constitución había caído tan bajo. Ya no se trata de la mentira, en sí misma incompatible con el respeto a la palabra dada indispensable en un sistema democrático, sino de la infamia inherente a ese gesto. Una vez pasadas las elecciones gallegas, catalanas y europeas, ¿qué impedirá a Sánchez extender su manto de olvido sobre todos los crímenes terroristas y abrir las puertas de las cárceles a los etarras que aún permanecen en ellas pese a las sueltas de Marlaska?
Pónganse en lo peor y acertarán. El apoyo de Otegi no ha sido gratuito y el presidente acaba de empezar a pagar. Primero la impunidad, después la economía. Madrileños, valencianos, extremeños, baleares y demás españoles leales a nuestra patria, preparémonos para abonar la abultada cuenta resultante del bonus comprometido por Sánchez a sus socios. Los privilegios fiscales. Las inversiones millonarias. La condonación de deuda. ¿Sigue siendo una nación aquélla cuyos ciudadanos son diferentes en derechos y también en obligaciones? ¿Lo es si su lengua común pierde la condición de oficial en varias autonomías donde se imponen las vernáculas? ¿Subsiste cuando cada región estudia una historia distinta? Pronto lo descubriremos, dado que los españoles hemos dejado de ser iguales ante la ley, la enseñanza y el fisco. El próximo paso serán los referéndums de autodeterminación, concebidos para amputarle parte de su territorio.