El PP logró ayer impedir que Bildu se hiciera con el Ayuntamiento de Elorrio, donde el pasado mandato gobernó ANV, y aunque lo intentó en otras localidades como Llodio o Sopelana, donde apoyó a los aspirantes del PNV, ese respaldo resultó insuficiente.
El PP logró ayer impedir que Bildu se hiciera con el Ayuntamiento de Elorrio, donde el pasado mandato gobernó ANV, y aunque lo intentó en otras localidades como Llodio o Sopelana, donde apoyó a los aspirantes del PNV, ese respaldo resultó insuficiente. Simpatizantes de la izquierda abertzale insultaron y acosaron en Elorrio al único edil popular, Carlos García, cuyo voto resultó suficiente para darle la mayoría absoluta a la aspirante del PNV, Ana Otadui, así como a los concejales peneuvistas.
El salón de plenos de la localidad vizcaína estaba abarrotado ya una hora antes de la sesión. Hasta la votación, todo transcurrió en relativa calma, pero en ese momento los seguidores de Bildu se pusieron de pie y dieron la espalda a Otadui y García como protesta. Cuando el edil popular intervino y citó a Miguel Ángel Blanco e Isaías Carrasco, asesinados por ETA, los radicales respondieron con insultos y el canto del Eusko Gudariak puño en alto, según un dirigente popular que asistió al pleno. Al salir del Ayuntamiento, los concejales del PNV y el del PP fueron insultados por un grupo de personas. García tuvo que ser escoltado a su coche. El anterior alcalde, Niko Moreno, portavoz habitual de la izquierda abertzale, cree que el PNV «se va a encontrar con una gobernabilidad muy difícil», informa Europa Press.
En Basauri, casi un centenar de personas increparon y amenazaron a los ediles populares cuando salían del consistorio, según fuentes populares.
Bildu recuperó ayer para la izquierda abertzale la alcaldía de Lizartza, tras cuatro años de mandato de la popular Regina Otaola, en un pleno al que la nueva corporación impidió acceder a los periodistas. En el balcón del Ayuntamiento ondea ya en solitario la ikurriña. Otaola colocó también la bandera española para cumplir la ley.
EL PAÍS, 12/6/2011