Editorial-El Correo

  • El desplante de Ayuso a Euskadi revienta la Conferencia de Presidentes y obliga a Feijóo a desautorizarla si quiere la centralidad frente a Sánchez

El espíritu constructivo de la Conferencia de Presidentes, mesa de debate entre la Administración central y las comunidades autónomas, se fue ayer por el desagüe. Sin diálogo, ni cooperación, ni acuerdo alguno, se cumplieron los peores presagios. Con Isabel Díaz Ayuso al frente de la revuelta, los líderes autonómicos del PP buscaron primero boicotear el encuentro si el orden del día no incluía sus prioridades. Una enmienda a la totalidad al plantear un sinfín de temas no exentos de controversia, a sabiendas de que hacía poco menos que ingobernable la reunión. Después, Ayuso avisó que se plantaría en el caso de que el lehendakari o el president Illa, como anfitrión en Barcelona, no usaran «el español». En esta creciente tensión, a solo dos días de la manifestación convocada por Alberto Núñez Feijóo en Madrid contra Pedro Sánchez, el presidente del Gobierno optó por mantener la cita, en un intento por recuperar peso institucional tras el escándalo de la ‘fontanera’ del PSOE.

En ausencia del líder del PP, Ayuso aprovechó la Conferencia para abanderar la ciaboga del partido hacia la beligerancia. Fuera, se olvidó de la cortesía institucional al evitar el saludo de la ministra de Sanidad. Dentro, cumplió sus amenazas. Se ausentó de la reunión con la excusa de que el lehendakari utilizaba el euskera, autorizado como lengua cooficial del Estado, en lo que fue no solo «una falta de respeto» hacia la lengua vasca, en palabras de Imanol Pradales. El «numerito» fue un desaire a Euskadi, representada en la figura del jefe del Gobierno vasco. Que la presidenta de la Comunidad de Madrid decidiera dar la espalda a Pradales durante su intervención denota una deriva hacia la radicalidad del partido más votado en las últimas elecciones generales. Un giro «retrógrado que nos hace recordar los momentos más oscuros de nuestra historia», según el lehendakari.

Los desplantes de Ayuso obligan a Núñez Feijóo a desautorizarla si quiere corregir una forma poco edificante de concebir la política y que compromete, además, la posibilidad de recuperar lazos con el nacionalismo en busca de la centralidad perdida. Mañana, cuando Feijóo lleve la voz cantante de la manifestación bajo la sombra de Ayuso, entenderá mejor por qué es incapaz de atar los apoyos necesarios para forzar la salida de Sánchez, que ayer insistió en no adelantar las elecciones pese a su acusada debilidad. La ruptura perjudica la búsqueda de soluciones a un país necesitado de acuerdos esenciales.