EL MUNDO – 26/03/16
· El bloqueo de la situación política provoca que los partidos dilaten los procesos de regeneración interna.
· PP y C’s aún no tienen fecha para sus congresos y el PSOE llega dividido al de Mayo.
El Gobierno en España está en pause. A la espera de que un candidato apriete el play y la película de la legislatura avance. Pero en otra pantalla, la actualización o renovación interna de los partidos políticos también está en stand by. Las formaciones han aplazado sus congresos, que implican cambios y renovaciones internas –en algunos casos de calado– a la espera de cómo se resuelve la incógnita de la Presidencia del Gobierno.
La amenaza de una nueva cita electoral ejerce de calmante de puertas hacia dentro. PP y Ciudadanos han aplazado sus congresos, el PSOE, tras un pulso interno, finalmente lo ha convocado para finales de mayo. Podemos celebra el próximo sábado su Consejo Ciudadano, agotando el plazo máximo de tiempo que fijan sus estatutos.
La maquinaria interna de los partidos está a la espera de que encaje el engranaje de la formación de gobierno. Los líderes apuestan por contemporizar a la espera de veredicto, sabedores de que esta resolución puede reforzar o debilitar su posición. Uno de los casos más signitificativos es el del PSOE. En sus estatutos se recoge que el Congreso Federal, «el órgano soberano del partido», «se reúne ordinariamente entre el tercer y cuarto año desde la celebración del congreso ordinario anterior».
El último se celebró en febrero de 2012, por lo que debería haberse repetido en febrero de 2016. Su convocatoria fue motivo de tensiones internas en el partido: la dirección quería hacerlo en junio y el PSOE de Andalucía y otros territorios a primeros de mayo. La Ejecutiva señaló en rojo el 21 y 22 de mayo. El 8 de mayo se celebrará la consulta a la militancia del PSOE para elegir al líder del partido. Un día clave, crucial para el futuro de la organización.
El trasfondo de estas posiciones enfrentadas era el hecho de celebrar estas dos citas antes o después de unas nuevas supuestas elecciones generales, con lo que ello implica. Para Sánchez es clave en qué condiciones llegue a ellas.
En el caso de Ciudadanos, la Asamblea General, «órgano supremo de gobierno del partido», celebra sus reuniones ordinarias «una vez cada cuatro años», según reflejan sus estatutos. La última tiene fecha de 29 de octubre de 2011, por lo que debería haberse celebrado en torno a octubre de 2015. No obstante, el texto de la formación emergente contempla que «no cabrá la celebración de Asamblea General ordinaria o extraordinaria en un periodo anterior a cuatro meses previos y dos posteriores a cualquier proceso electoral al que el partido haya aprobado concurrir».
Esta premisa impidió su celebración ordinaria debido a las elecciones autonómicas de Cataluña del 27 de septiembre y de las generales del 20 de diciembre. En la formación de Albert Rivera han optado por no convocarla en estos momentos ante la incertidumbre política y la posibilidad de nuevos comicios en junio. La dirección baraja celebrarla tras el 26 de junio –cifra de unas hipotéticas nuevas elecciones–. Su idea es hacerlo aunque se convoquen las autonómicas de Galicia y el País Vasco. Apostar por la excepción.
En el caso de Ciudadanos parece evidente que el liderazgo de Rivera no está en juego. La Asamblea General, que aprueba o censura, en su caso, la gestión del Comité Ejecutivo o fija las cuotas de los militantes, deberá modificar los estatutos para actualizarlos a la realidad del partido, pues su última modificación data del 1 de noviembre de 2014, cuando su vida aún se circunscribía a Cataluña. También actualizar la composición del Consejo General –el máximo órgano de representación del partido entre Asambleas Generales–, así como de la Ejecutiva, el comité que dirige el partido y toma las decisiones políticas. El partido podría renovarla e, incluso, ampliarla, según fuentes de la dirección.
El partido que vive más relajado con los plazos es Podemos, pues su congreso data de octubre de 2014 y aunque hay voces que estaban a la espera de resolver la situación política para pedir una asamblea extraordinaria, la llegada de Pablo Echenique al área de Organización puede rebajar esos ánimos, pues éste pretende impulsar reformas de calado pero de forma tranquila.
No obstante, también ha vivido el impasse de los tiempo dilatando al límite del plazo la celebración del Consejo Ciudadano, el máximo órgano entre congresos, que además se verá sacudido en su cita del 2 de abril por la crisis interna que atraviesa la formación morada.
El PP arrastra la convocatoria de su congreso desde febrero de 2015, que es cuando se cumplían tres años del último y debería haberse celebrado, según marcan los estatutos. Prorrogado por las sucesivas citas electorales –autonómicas de mayo, generales de diciembre–, Mariano Rajoy dictaminó tras el 20-D que el cónclave no se convocaría hasta que se forme gobierno.
Sin embargo, el resultado de los comicios –el PP ha perdido 3,5 millones de votos y 63 escaños– y el desgaste que han sufrido las siglas por los últimos casos de corrupción y por cómo se han afrontado –sobre todo en el caso de Rita Barberá– no han hecho más que avivar la petición de un congreso cuanto antes y abierto a toda la militancia.
La cita se presume capital para el PP. No sólo porque supondrá la elección del relevo de Rajoy y el ascenso al poder de una generación política sino porque el partido tiene pendiente la actualización de su proyecto ideológico y avanzar en mayor democracia interna. Algunos en la formación aluden directamente a este congreso como «el de la refundación».
EL MUNDO – 26/03/16