ABC 16/06/14
ENTREVISTA JOSEP RAMÓN BOSCH PDTE. DE SOCIEDAD CIVIL CATALANA
· Denuncia la mezcla de conceptos como «España, Madrid o fascismo» usada por la propaganda nacionalista durante 35 años
· Empresarios
«Los empresarios deberían moverse, pero si es para buscar terceras vías no nos encontrarán»
· Alarmismo
«Quienes decían que con dinero y paciencia se resolvía el problema catalán, ahora están alarmados»
Más de 12.000 adhesiones y creciendo. Sociedad Civil Catalana (SCC), la plataforma creada para combatir el secesionismo catalán, se extiende territorial y sectorialmente. «Hemos venido para quedarnos, más allá del 9 de noviembre», asegura su presidente, Josep Ramón Bosch, en alusión a la consulta que quiere convocar Artur Mas sobre el Estado propio
P —SCC nació con el objetivo de que los catalanes que no quieren la independencia pierdan el miedo. ¿Lo están logrando?
R —La gente se acerca a nosotros con mucho miedo, no se atreven a decir que se sienten tan catalanes como españoles, pero estamos rompiendo muchos tabúes en Cataluña y el hecho de que salgamos 50 o 60 personas a expresar sin temor nuestros sentimientos provoca que mucha gente se acerque a nosotros.
P—¿Hay coste personal?
R—Lo hay, y mucho, a nivel de relaciones personales y profesionales. Incluso en la calle, hay quien te dice alguna palabra gruesa cuando te reconocen, pero es un coste que ya habíamos asumido cuando dimos el paso. Todos somos «amateurs», no estábamos preparados psicológicamente. Cuando llevas 35 años de propaganda en la que se mezclan conceptos como España, Madrid, fascismo, franquismo, derecha o reacción, al final la gente se acaba creyendo determinadas mentiras.
P—¿Qué solución ven?
R—Solo hay dos soluciones: una mala o una muy mala. El proceso va a provocar dolor por parte de todos. La ruptura con el resto de España va a ser una realidad; al menos, nosotros constatamos que la Generalitat quiere que lo sea. No tiene vuelta atrás, han quemado las naves. Lo que queremos buscar es una mayoría de bloqueo que pueda dar la vuelta a la situación, pero sin la ayuda del Gobierno de España y del resto de españoles la batalla está perdida. El nuestro es un grito de solidaridad y ayuda al resto de España.
P—En este sentido, están intensificando sus actos en el resto de España. ¿Qué respuesta tienen?
R—Llevamos tiempo diciendo que la situación en España es muy grave y nos trataron como exagerados y radicales. Decían que con dinero y paciencia se resolvería. Mucha gente que opinaba así ahora se muestra alarmada. Nos dicen que por qué no hemos salido antes. Nosotros no estamos para sacar las castañas del fuego a gobiernos que han sido incapaces de solucionar la situación. Hemos detectado una situación de bloqueo, de no saber cuál debe ser el siguiente paso. Esto hay que arreglarlo para siempre, después de la consulta del 9 de noviembre o de las elecciones municipales. Si ahora se traspasan más competencias o una nueva financiación, solo se pospondrá el problema un par de años más porque el independentismo es insaciable.
P—Rajoy no rechaza una reforma de la Constitución…
R—El inmovilismo no es bueno. Si tiene que haber una reforma constitucional, son los políticos lo que se tienen que poner de acuerdo. Pero si hemos llegado hasta aquí es porque ha habido una profunda dejación. El culpable no es la Generalitat, sino el Gobierno de España, que ha hecho dejación de funciones. El Ejecutivo catalán estaba gobernado por partidos naciona- listas cuya hoja de ruta la tenían muy y clara. Jordi Pujol siempre ha sido cla- ro sobre la nación catalana, no ha en- gañado a nadie.
P—Pero ¿no han visto un giro en el dis- curso de Convergència tras la mar- cha de Pujol? Hubo pactos, pero fue- ron buenos tanto para Cataluña como o para el resto de España…
R—Hace treinta años las juventudes de e CDC gritaban «Hoy paciencia, maña- na independencia». Estaba clarísimo, no debemos extrañarnos de nada. Lo que sí ha habido es una aceleración de su hoja de ruta.
P—Para el Gobierno de España la prioridad era solucionar la crisis…
R—Más prioridad que la integridad territorial no puede haber nada. También es cierto que los nacionalistas han aprovechado el momento de mayor debilidad española para lanzar su órdago. Con su mensaje de «España nos roba» han canalizado el descontento de mucha gente, que se lo ha creído. Pero al otro lado ¿qué hay? Nada. Al final no solo hay que amenazar con la ley y la Constitución, porque la conclusión es cambiar ambas cosas.
P—Hay quien dice que Felipe VI podría ser el árbitro en el conflicto catalán.
R—Felipe VI está muy bien preparado, puede aportar paz y orden, pero la institución monárquica no está muy bien aceptada en Cataluña. Nuestra confianza en el Monarca, que existe, no abarca el caso catalán. Pero le deseamos toda la suerte del mundo.
P—¿El empresariado catalán debe alzar su voz?
R—Debería formar un frente contra el independentismo, pero está callado y en casa, a excepción de algunas voces. El empresariado catalán está asustado, pero es muy comedido. Lo entiendo, porque cuando te mueves un poco te pegan duro. Deberían moverse, pero si es para buscar una tercera vía o una entente nosotros no estaremos a su lado. No queremos apaños ni foralismos. Queremos una solución total, para dedicarnos a la familia y el trabajo y no dedicarnos a falsos debates.
P—¿Qué esperan de su entrevista con Artur Mas?
R—La tenemos concertada el 30 de junio. Queremos explicar al presidente Mas nuestra postura, que se va a encontrar con una oposición pacífica frente al proceso que él lidera, que la consulta es ilegal, que él juró la Constitución y, por tanto, la convocatoria del referéndum es faltar a su juramento. Que Cataluña forma parte de España desde hace muchos años y que para solventar un tema de partido no vale la pena romper un país.