SANTIAGO GONZÁLEZ, EL MUNDO 11/12/13
· Había escrito Berlanga una historia en los primeros años 60 sobre un matrimonio segoviano que regentaba una librería religiosa frente al Acueducto. El Vaticano II les sorprende con un gran stock de misales en latín recién comprados. La mujer considera que la forma más eficaz de protestar es que su marido se queme a lo bonzo en lo alto del monumento. En este punto se había atascado y llamó a Azcona para preguntarle por dónde tirar, a lo que el genio riojano aportó una solución brillante: el matrimonio cruza la plaza del Azoguejo, la mujer empuñando la antorcha y detrás el marido, arrastrando resignadamente dos latas de gasolina, mientras rezonga: «Que no, María, que ya verás como volvemos a hacer el ridículo».
Lástima que la película no pudiera hacerse. El papel del marido, ese pequeñoburgués acomplejado que teme hacer un papelón ardiendo en pompa en lo alto del Acueducto, estaba escrito a la medida de LópezVázquez. Basta en cambio poner a Mas y a Junqueras en los papeles estelares para darnos cuenta de que no son españoles. Carecen de sentido del ridículo. Mientras Junqueras camina con la tea –qué gran papel habría sido ése para la difunta MarySantpere–, Artur Mas se habría dirigido a la fuente más cercana a cambiar la gasolina de las latas por agua.
En cambio, han acertado plenamente al confiar la dirección del simposio España contra Catalunya: una mirada histórica (1714-2014) a Jaume Sobrequés, un tipo más español que Ataúlfo. «Historiador y político español», dice de él la Wikipedia con toda propiedad. El franquismo lo nombró conservador del Instituto Municipal de Historia de Barcelona en 1969. Por fin, un intelectual catalán que no se encerró en Montserrat cuando el Proceso de Burgos. En 1977, senador por Entesa dels Catalans (PSC, PSUC y ERC), y repitió en 1979. Se hace del PSC, partido al que ingresa como militante en 1982 y de cuya Ejecutiva forma parte en el 84. Diputado en el Parlament en el 88, ve la luz en 2010, año en que se da de baja en el PSC para apoyar a CiU. ¡Qué biografía tan ejemplar la de este hombre, del franquismo al soberanismo sin descabalgar del cargo ni perder el compás!
El ministro de Exteriores, José Manuel García-Margallo, que ha asumido la responsabilidad de ser el portavoz de las relaciones con el soberanismo catalán, ha denunciado el simposio como una «flagrante falsificación de la historia que no contribuye en nada a mejorar las relaciones entre los catalanes y el resto de España». Siempre he admirado el lenguaje elusivo, tan lejos de la descripción, tan cerca de la ironía.
El ministro ya no habla de Cataluña y España como conjuntos disjuntos, pero aún puede mejorar: «Contribuye en mucho a dañar las relaciones entre los catalanes soberanistas y el resto de los catalanes». Margallo aún no ha entendido que diga lo que diga, por ser quien es, su intervención es positiva para el independentismo, que sueña con cascos azules de la ONU, las ovejas eléctricas de Artur Mas, Oriol Junqueras y el resto de sus androides.