Gorka Maneiro-Vozpópuli

El PSOE quiere permitir que en el Congreso de los Diputados puedan hablarse las lenguas que son cooficiales en sus correspondientes comunidades autónomas aunque no lo sean en el conjunto del Estado. Según Francina Armengol, presidenta de la Cámara Baja, estas son el catalán, el euskera y el gallego. Por tanto, las otras lenguas o incluso dialectos que tampoco son lenguas cooficiales en el resto de España seguirán sin poder hablarse, lo que algunos de sus hablantes entenderán seguramente como un ataque inadmisible a la rica diversidad lingüística de la que disfruta España; no hay problema, mientras Sánchez no los necesite para mantenerse en la Moncloa, sus reivindicaciones no son relevantes; pero todo es relativo o cuestión de tiempo: en cuanto los necesite, sus reivindicaciones se tornarán indispensables para la convivencia democrática y para luchar contra las derechas.

El primer paso para que se apruebe ya se ha producido: El País ha llamado a la amnistía «alivio penal», como forma de preparar el terreno al próximo disparate político

En el pasado el PSOE se opuso vehementemente a tal medida, pero aquello fue antes de que cambiara de opinión, y hoy está dispuesto no solo a permitirlo sino a impulsarlo por iniciativa propia. En el fondo, el PSOE no está ni a favor ni en contra de esta medida (ni de casi ninguna otra), la acepta porque es condición sine qua non para que Sánchez siga siendo presidente del Gobierno de España. Es en lo que se ha convertido el PSOE: en el instrumento empleado por su actual secretario general para continuar en la Moncloa. Y todos los demás, supuestos críticos incluidos, a aplaudir con las orejas o a criticarlo con la boca pequeña. Así volverá a ser cuando conceda la amnistía a los corruptos de Junts. El primer paso para que se apruebe ya se ha producido: El País ha llamado a la amnistía «alivio penal», como forma de preparar el terreno al próximo disparate político. Hay que aliviar a los corruptos el cumplimiento de sus penas: la única condición es que sean nacionalistas o independentistas; ah, y que el PSOE los necesite para gobernar.

Seamos, pues, creativos ante el cúmulo de ocurrencias nacionalistas, independentistas y socialistas. Mi propuesta es novedosa y es «progresista», porque permite que cada cual haga lo que considere. Yo permitiría el uso de las lenguas cooficiales en el Congreso de los Diputados, pero sin traducción ni pinganillos. A lo loco. Así, las lenguas pasarían a ser aquello para lo que nacieron: no tanto para comunicarse con los que a uno lo rodean, sino para entenderse con uno mismo y diferenciarse lo más posible del resto. De este modo casi nadie entendería nada a quien interviniera, las discusiones se reducirían, las taquígrafas podrían tomarse un merecido respiro y es probable que hasta la polarización política se relajara. Solo podría intuirse que el diputado está en contra o a favor de lo que se vota por los gestos de su rostro y, en caso de que no fuera demasiado expresivo, al conocer el sentido de su voto una vez emitido. Los debates serían como los actuales: tendentes a cero. Y, con un poco de suerte, el PSOE dejaría de aceptar los chantajes de las minorías, aunque también es posible que los aceptara todos. En todo caso, íbamos a reírnos un rato.

Lo de la educación y gobernar para todos son temas del pasado remoto que no importan a nadie. Es, por hablar en términos actuales, cosa de fascistas

Soy coherente conmigo mismo. De hecho, yo nunca critiqué que el diputado general de Gipuzkoa, Martín Garitano, diera ruedas de prensa íntegramente en euskera. Hablaba para los que consideraba los suyos, aunque alguno no quisiéramos ni verlo. Lo de la educación y gobernar para todos son temas del pasado remoto que no importan a nadie. Es, por hablar en términos actuales, cosa de fascistas. En cuanto al PNV, siempre fue un partido pragmático: lo mismo pacta con el PSOE que con el PP, o utiliza mayoritariamente el castellano en sus mítines, idioma impuesto, ya que los votos son los votos y en campaña electoral se dirige a todos.

¿Para qué vamos a insistir en que las lenguas son para comunicarse si ellos anteponen la lengua a cualquier consideración racional y razonable? ¿Para qué vamos a hablarles de las bondades de disponer de una lengua común si es como hablar a una pared y argumentar contra un muro?

Crear un Estado propio

Es cierto que muy coherentes no son, pero a quién le importa. Allí donde gobiernan y tienen la fuerza suficiente, impiden que los niños y niñas puedan estudiar en español, sin que el PSOE mueva un dedo para impedirlo. Y eso que el español sí es oficial en todo el territorio nacional, además de lengua materna de la mayoría y el segundo idioma más hablado del mundo. Pero no nos engañemos: no defienden la pluralidad lingüística, sino diferenciarse del resto de conciudadanos para, en un futuro, crear un Estado propio.

Así que sí, estoy a favor del uso de las lenguas cooficiales en el Congreso de los Diputados pero sin pinganillos ni traducción simultánea. Ya íbamos a ver lo que duraba la tontería…