La afirmación de Jaime Mayor de que el gobierno está negociando con ETA pierde fuerza y credibilidad al producirse en el momento de mayor persecución contra la banda. La teoría sobre los ‘aliados potenciales’ es perniciosa además de perfectamente aplicable a otros escenarios políticos. El ex ministro pagará un alto precio en imagen.
Teorizar Jaime Mayor sobre las intenciones de ETA y acordarnos de que el dirigente popular acertó de pleno cuando calificó la tregua que la banda ofreció al gobierno de Aznar de «tregua trampa» es todo uno. Pero desde que Mayor era ministro del interior a la actualidad, han cambiado mucho las cosas. Por ejemplo que él , entonces, era ministro y ahora está en el principal partido de la oposición y en el extrarradio europarlamentario. De ahí que ayer, para asegurar tan categóricamente, que el Gobierno está negociando con los terroristas debía de haber aportado pruebas; demostrar que tiene datos, más allá de lo que viene siendo su tesis política de los últimos años. Pero no aportó nada más que su convicción. Con una intervención en la que parecía no representarse más que a sí mismo, a pesar del leal apoyo de Carlos Iturgaitz. Porque lo que resultó evidente, unas horas después, es que sus declaraciones, que incomodaron a compañeros suyos en Madrid y Pais Vasco, no tuvieron la cobertura del partido.
Se presentó en el foro de debate madrileño sin tener la prueba del algodón. Y en un momento en que la política de corrección en la lucha antiterrorista que está aplicando el Gobierno está fuera de sospecha. Esos son los hechos. El Ejecutivo de Zapatero, mientras no demuestre lo contrario, está buscando la derrota de ETA y, esta vez, sin premiarla porque vaya a dejar de matar.
Es hasta cierto punto lógico que Jaime Mayor no se fíe de que los últimos movimientos acaecidos en torno a Batasuna, los presos, los debates internos y las conversaciones grabadas y filtradas se estén produciendo por casualidad. Y teme, como tantos otros, que la banda vuelva a intentar colar sus listas en las próximas elecciones municipales. Hasta ahí, el temor está muy generalizado. Tanto que el ministro del interior Rubalcaba se dedica, en las últimas semanas, a disuadir a interlocutores que le apremian emplazándole a que ofrezca garantías de que no están negociando.
En cuanto el presidente Zapatero declaró este fin de semana que estábamos «cada vez más cerca del final» de ETA, Rubalcaba recibió mensajes de preocupación. Y el ministro, para tranquilizar a sus interlocutores, les aseguraba que, después del fracaso de la última experiencia negociadora, no pensaban correr el mínimo riesgo.
Tan importante como las formas en política son los momentos elegidos para realizar declaraciones. El de Jaime Mayor ayer, no pudo ser más inoportuno. Algunos aseguran que lo que pretendía era robar protagonismo al encuentro entre Zapatero y Sarkozy en el funeral de París. Parece, sin embargo, que Jaime Mayor ha logrado el efecto contrario al que le atribuyen. Porque la afirmación de que el gobierno está negociando pierde fuerza y credibilidad al producirse en el momento de mayor persecución del gobierno contra ETA.
La teoría sobre los ‘aliados potenciales’ es perniciosa además de perfectamente aplicable a otros escenarios políticos. El ministro del interior que rescató a las víctimas del olvido, desmanteló el andamiaje de los mediadores y sacó del infierno a Ortega Lara, ahora ha saltado sin red a la escena. Y en una sociedad tan mediática como la nuestra, pagará un alto precio en imagen.
Tonia Etxarri, EL CORREO, 24/3/2010