Con las formas algo más encarriladas, al haber aparcado los insultos en la última sesión del Senado pero con el objetivo de ganar la batalla de la imagen a Núñez Feijóo, Pedro Sánchez aguarda los resultados de las negociaciones sobre sus Presupuestos. Instalado en la autocomplacencia. Sin ruborizarse por el flaco favor que le está haciendo el amigo Tezanos desde su patio particular del CIS. Sin prestar atención a las correcciones que todos los indicadores y servicios de estudio le acaban de marcar sobre las previsiones de crecimiento. Después del Banco de España llegó el aviso de la AIReF, que con sus reproches desbarató la imagen de las cuentas públicas. Y la CEOE precisando que si España llega a crecer más que el resto de Europa es debido a que no hemos recuperado todavía las tasas previas al Covid. Ojalá se equivoquen todos, pero no se trata de las profecías de unos agoreros antipatriotas sino de conclusiones derivadas de estudios minuciosos de las entidades más prestigiosas.
Queda tiempo para las elecciones generales. No tanto para las municipales del próximo mes de mayo. Y en este período, Sánchez piensa utilizar todo su margen para gastar con pólvora del Rey, si es necesario, con tal de llenar los titulares con las medidas más populistas imaginables. Desde la rebaja por sorpresa del IRPF para rentas hasta 36.000 euros hasta la intención de atraer a los sufridos autónomos. Sus anuncios suenan bien en una parte de la población pero no se materializan en captación de votos. La causa de su insomnio, ahora, no es otra que la del trasvase de ese millón de votos del PSOE al PP. Electores que no ocultan su hartazgo con la política de confrontación y su impermeabilidad a los discursos sobre la brecha entre ricos y pobres. Todas las encuestas, menos la del CIS, se lo vienen advirtiendo.
Los Presupuestos, vistos los cálculos de crecimiento de todos los organismos que van enmendando la plana a las cuentas del Gobierno, han quedado desfasados y, por eso, Feijóo ha aprovechado la marea para pedir su devolución. Con la realidad golpeando en las puertas de palacio, será difícil no dejarse demasiadas concesiones en el balance de daños. Con la inflación en un 8,9%, la subida de precios, la mayor tasa de paro de Europa y la deuda disparada, los socios elevarán sus exigencias al nivel del IPC a cambio de su apoyo. El plazo para presentar las enmiendas a la totalidad expira mañana. Coalición Canaria, después de un intenso intercambio de cromos con el ministro Bolaños, ya ha anunciado que se abstendrá en la primera votación. Una oposición menos. Pero si el PNV recurrirá a su estilo habitual de tensar la cuerda hasta el último momento, en ERC tienen que doblar el pulso en dos direcciones. En la doméstica y en La Moncloa. A Pere Aragonès le aprietan las tuercas los expulsados de la Generalitat. Junts le preguntó ayer si va a pactar con Sánchez. Y lo hará, a cambio de garantizarse cierta paz judicial aunque no respeten las sentencias. El mercado de subastas sigue abierto. Sánchez sacará los Presupuestos. De sobra.