Tonia Etxarri-El Correo
En plena vorágine de campaña, el Sociómetro del Gobierno vasco confirma que el nacionalismo del PNV y EH Bildu se libra de las marejadas. Se revalidan las tendencias de las dos principales fuerzas políticas para las elecciones municipales y forales del 26 de mayo. El PNV ya gobernaba en los tres territorios y en las tres capitales. La novedad, ahora, reside en que podrá hacerlo en territorio alavés, si se confirman los sondeos, por méritos propios. Por los resultados obtenidos en las urnas y no a través de pactos que desalojen al partido más votado, como ocurrió con el popular Javier Maroto en 2015. El PNV sería, pues, la primera fuerza política y la izquierda abertzale, en buena parte de los territorios, la segunda.
En Euskadi los principales representantes políticos permanecen guarecidos bajo el paraguas a base de no arriesgar demasiado. El lehendakari Urkullu, sin Presupuestos por falta de apoyos, con la ponencia sobre el nuevo Estatuto ralentizada después de haber llegado a un acuerdo de máximos con Bildu que no genera consensos. Con la ponencia de convivencia sin la participación del PP, con el plan del relato sobre la historia del terrorismo en las aulas pospuesto ante las críticas de la oposición y muchos colectivos de víctimas de ETA. Ninguno de los grandes retos resuelto. Pero esta situación no afecta en absoluto a su partido.
Tampoco el ‘caso De Miguel’, como se conoce a la trama de corrupción de mayor dimensión en la comunidad autónoma que salpicó a dirigentes del PNV alavés ya juzgados y pendientes de sentencia. Ni las graves irregularidades en algunos de los exámenes de la OPE de la sanidad vasca. La Fiscalía ha descrito esas anomalías como «revelación de secretos», arbitrariedad en la elección de los tribunales examinadores y presunto «enchufismo». Acusaciones graves. Podría acabar costándole el puesto al consejero de Salud, Jon Darpón. Pero tampoco le va a pasar factura al PNV.
El tiempo muerto para la resolución de los grandes problemas es una estrategia electoral que le suele funcionar al partido de Andoni Ortuzar y el lehendakari Urkullu. Los socialistas, compañeros de viaje del PNV en el Gobierno vasco, se ven perjudicados y adelantados en algunas plazas por Elkarrekin Podemos. Pierden fuerza. El partido de Idoia Mendia ha quedado muy desdibujado en el Ejecutivo de Ajuria Enea y aunque se trate de las elecciones forales y municipales, el seguidismo de los socialistas respecto a sus socios nacionalistas y la falta de un perfil propio de izquierdas les está pasando factura.
Éstos van a ser unos comicios muy influenciados, por la corta distancia en el tiempo, por los resultados que marquen las elecciones generales que se celebrarán un mes antes. Y entonces se verá si el ‘efecto Sánchez’, de verdad y al margen de la propaganda, ha existido.
El desplome del PP, tan acusado en el único territorio donde ostentaban el primer puesto del panel, no ha supuesto, sin embargo, sorpresa. Su pendiente ya estaba marcada antes de la irrupción de Vox. La pérdida del Gobierno de Rajoy y el nuevo estilo de Pablo Casado ha dejado a Alfonso Alonso, a veces, en tierra de nadie. Pero, indudablemente, el reparto de espacio del centro derecha en tres siglas, aunque ni Ciudadanos ni el partido de Abascal llegaran a conseguir representación en Juntas y ayuntamientos, le dispersa el voto.